Lograr que un bebé o un niño pequeño duerma bien se vive a menudo como un reto imposible, pero en realidad
es como completar un rompecabezas: cuando cada pieza encaja, todo funciona. ¿Y cuáles son esas piezas? En el
puzle del sueño infantil hay cuatro factores clave que, si se cuidan bien, marcan la diferencia: el tiempo de descanso, el ambiente, las
rutinas diarias y las ayudas o muletillas.
La cantidad, un factor más importante de lo que parece
Es bastante habitual escuchar consejos como “déjale sin siesta y así dormirá mejor por la noche”. Te suena, ¿verdad? Aunque parezca lógico, en realidad es un mito.
Las siestas son una pieza fundamental del puzle del sueño infantil, igual de importantes que las horas de descanso por la noche.
Mientras tu bebé esté en la etapa en la que necesita dormir durante el día (generalmente hasta los 3 años) es vital respetar ese descanso. Si no hace la siesta o se la salta, el resultado será un niño ‘sobrecansado’, y eso, lejos de ayudar, complicará todo:
su cuerpo producirá más cortisol, una hormona relacionada con el estrés, que lo mantendrá activo e irritable, y hará que le cueste conciliar el sueño tanto de día como de noche.
[caption id="attachment_261178" align="aligncenter" width="1200"]

Estate atento a las señales de cansancio y deja que duerma | Fuente: Canva[/caption]
Para evitarlo, es importante fijarse en dos cosas:
las señales de cansancio y las ventanas de sueño. Las primeras son esas pequeñas pistas que nos avisan de que el bebé necesita dormir, como frotarse los ojos, bostezar, tener la mirada perdida o las cejas enrojecidas. Las ventanas de sueño, por su parte, son esos
períodos de tiempo en que tu hijo puede estar despierto sin que le afecte negativamente y varían según su edad.
Un espacio seguro y tranquilo
Otra de las piezas clave del puzle del sueño infantil es
el ambiente en el que duerme tu hijo.
Cuantos menos estímulos haya en su habitación, mejor. Los bebés se distraen con facilidad, así que una cuna despejada y una habitación sencilla favorecen mucho el descanso.
En cuanto a la luz, durante los primeros cuatro meses es recomendable que las siestas se hagan con algo de claridad. A partir de esta edad,
la oscuridad ayudará a que su cuerpo entienda que es hora de dormir y que hay dos momentos en el día.
Pero, sobre todo, antes de pensar en la comodidad o en el ambiente,
lo primero es la seguridad. Seguir unas pautas básicas puede reducir de manera significativa riesgos como el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL). Algunas recomendaciones clave son:
- Que el bebé duerma siempre boca arriba, hasta que sea capaz de darse la vuelta por sí mismo.
- Colocarlo sobre un colchón firme, con sábanas bien ajustadas.
- Mantener la cuna libre de objetos como cojines, peluches, protectores o mantas.
- Compartir habitación con el bebé hasta, al menos, los 6 meses.
- Mantener la temperatura entre 18º y 20º.
- Evitar la exposición al tabaco.
- Cumplir el calendario de vacunación.
- Ofrecer el chupete para dormir.
- Supervisar momentos de juego boca abajo mientras está despierto.
Pequeños detalles como estos crean un entorno seguro que permite que tanto tu hijo como tú descanséis tranquilos.
[caption id="attachment_261182" align="aligncenter" width="1200"]

Ten en cuenta las normas de seguridad a la hora de dormir a tu bebé | Fuente: Canva[/caption]
La importancia de las rutinas y los rituales
Los bebés no nacen sabiendo cómo organizar sus días, por eso
necesitan rutinas estables que les ayuden a anticipar qué viene después. Aunque durante los primeros meses es difícil establecer un horario fijo de tomas y siestas,
hacia los 5 o 6 meses ya es posible marcar un ritmo diario.
Además de la rutina general, es fundamental crear
un ritual de sueño. Con este término nos referimos a los pasos repetidos cada noche antes de ir a la cama, y pueden incluir actividades como
un baño, un masaje, ponerse el pijama, leer un cuento y unos mimos antes de dormir. Lo importante no es tanto qué se hace, sino que sea siempre igual, sin prisas y en el mismo orden, para que el bebé se sienta seguro y reconozca que se acerca la hora de dormir.
[caption id="attachment_261186" align="aligncenter" width="1200"]

Un bañito tranquilo, uno de los rituales básicos | Fuente: Canva[/caption]
Muletillas o apoyos: ¿amigas o enemigas?
Las muletillas de sueño son todas aquellas
ayudas externas que los bebés utilizan para quedarse dormidos, como mecerlos, pasearlos en el carrito o dormirlos en brazos. Es normal que, sobre todo en los primeros meses, necesiten ese tipo de apoyo.
No hay muletillas buenas o malas en sí mismas, y no son en absoluto enemigas. Si funcionan para la familia y todos descansan, no es necesario cambiarlas. Solo se recomienda
revisar este tema cuando la forma en la que el niño se duerme empieza a suponer un problema o limita la dinámica familiar.
Si se quiere reducir la dependencia de estas ayudas, lo ideal es
hacerlo poco a poco. Un buen punto de partida es colocar al bebé en la cuna
cuando ya está somnoliento pero aún despierto. Esto le permite empezar a practicar cómo conciliar el sueño de manera más autónoma. Al principio necesitará apoyo, y es totalmente normal. La clave está en acompañarlo y, poco a poco, darle más espacio para que lo consiga solo.
Al final, conseguir que el sueño de tu bebé sea reparador es cuestión de
paciencia, de respetar su ritmo particular (diferente en cada niño) y de ir encajando estas piezas
con cariño y constancia. Cuando todo se alinea, el descanso llega solo y toda la familia lo agradece.