Francia tiene mucho más que ver aparte de
París, Lyon, Niza o Versalles. Si aún no tenéis plan para estas vacaciones y os habíais propuesto viajar a algún país vecino, os
planteamos que hagáis una pequeña escapada a un pueblo francés. La gran ventaja que nos brinda este territorio es el hecho de poder ir en coche o en auto caravana y evitar así la larga espera de los aeropuertos. Estos lugares son
tan increíblemente bellos que parecen sacados de un cuento. Desde Sapos y Princesas os hemos preparado esta selección de los más interesantes.
Cerca de la frontera con España
1. Ainhoa
Situado en el País Vasco Francés, Ainhoa
es uno de los municipios más bonitos de la zona. Formado por una sola calle,
sus casas son el ejemplo perfecto de la arquitectura local, con piedra en las esquinas y las contraventanas en madera de tonos rojos o verdes. Tiene tan solo
650 habitantes y sirve como lugar de hospedaje para los peregrinos del Camino de Santiago.
En este pequeño pueblo francés hay que ver la
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XIII. Está rodeada por el
cementerio, que cuenta con lápidas tradicionales de los siglos XVI y XVII. Al final de la calle principal se encuentra el
lavadero Alaxurruta, famoso por ser visitado por Napoleón III y su esposa, la emperatriz Eugenia, en 1858.
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Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Ainhoa | Fuente: Página Oficial Guía de Viaje del País Vasco[/caption]
2. Colliure
Es un pueblo francés ideal para una escapada desde Barcelona o Cataluña. Su idílica ubicación cerca del mar, las calles de su barrio pesquero y su patrimonio histórico hacen de este sitio un lugar ideal al que ir en unas vacaciones.
¿Sabíais que además fue donde murió Antonio Machado?
El
Castillo Real de Colliure empezó a construirse en el año 673, pero pasó por numerosas reconstrucciones. Entre ellas las de los Templarios, los Reyes de Mallorca, los de Habsburgo y por último los Borbones. Sus torres y almenas ofrecen vistas increíbles del entorno. Cerca se encuentra la
Iglesia de Notre Dame des Anges, con un campanario medieval e interior gótico.
Una parada obligatoria es
la tumba de Machado en el cementerio antiguo del pueblo. No dejéis pasar la oportunidad de pasear por
Moré, el antiguo barrio de los pescadores.
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Colliure[/caption]
3. Rocamadour
Este pueblo francés es conocido como
ciudad sagrada y punto de peregrinación. Está emplazado sobre un acantilado de piedra caliza y su
santuario de la Virgen Negra hace que cada año reciba infinidad de turistas, siendo el segundo emplazamiento más frecuentado después del Monte Saint-Michel.
Para llegar a su conocida plaza de las iglesias, hay que subir
216 peldaños en la Gran Escalera. Una vez allí, encontraréis siete santuarios diferentes, entre los que destacan la
capilla de Notre-Dame, o capilla milagrosa donde se aloja la famosa Virgen Negra que data del siglo XII; la
basílica de Saint-Sauveur y la
capilla de Saint-Michel.
Las murallas son el punto más alto del municipio. Desde ellas podréis contemplar una fabulosa panorámica del conjunto del sitio, así como del cañón del Alzou y los paisajes protegidos del Parque Natural Regional de Causses du Quercy.
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Vista general de Rocamadour[/caption]
4. Conques
Es
parada obligatoria en todo viaje al sur de Francia. Situado en medio de la montaña y rodeado de frondosos bosques, Conques es una pequeña aldea en la que parece que no haya pasado el tiempo.
Os recomendamos ir a su mirador principal ya que desde él podréis observar unas espectaculares y preciosas vistas panorámicas. Las
puertas de la muralla de Conques os darán la bienvenida y en el camino, os encontraréis con fuentes que datan del siglo XII como la de Plo.
El
gran monumento es su abadía, de estilo románico, cuyas dimensiones alcanzan los 22 metros de altura. En su interior se encuentra el fantástico
Pórtico del Juicio Final. Si os queda tiempo, no dudéis en ir al
Museo de los Tesoros, que albergan una colección de relicarios pertenecientes a los siglos VI y VII.
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Abadía de Conques[/caption]
5. Cordes sur ciel
Es otro famoso pueblo francés de estilo medieval amurallado. La
mejor panorámica del mismo la podéis conseguir
desde la colina Pied Haut, muy cercana al municipio.
Una vez en Cordes sur ciel, deberéis ascender por la
calle de la Barbacana a través de la cual accederéis a la muralla. El eje central lo forma la plaza principal, con jardines y rodeada de columnas del antiguo mercado del siglo XV. Al lado de ella se abre camino la
Iglesia de San Miguel, que fue edificada entre los siglos XIII y XV. Caben destacar también las fachadas de las mansiones, populares porque se entremezclan las etapas del estilo gótico, desde el primitivo del siglo XIII hasta el flamígero del XV.
Durante los días
13 y 14 de julio tiene lugar la fiesta medieval del Gran Cetrero, fecha destacada para programar una visita a esta zona tan maravillosa.
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Vista general de Cordes sur ciel[/caption]
6. Roque-Gageac
La particularidad de este pueblo francés es su ubicación, pues
se encuentra alineado entre la base de un alto desfiladero y a las orillas del río Dordoña. Esta ubicación hace que Roque-Gageac disfrute de un micro-clima, dada su orientación sur. Más allá de conocer sus sitios clave,
la mejor manera de verlo es navegando por el río a bordo de las tradicionales gabarras (embarcación típica).
Los
Jardines de Marqueysaac son un curioso rincón que merece la pena conocer, ya que ofrecen un horizonte espectacular del valle del Dordoña. Por su parte, el
Castillo de Castelnaud la Chapelle se encuentra en lo alto de una colina, está totalmente reconstruído y en su interior hay una exposición de armas medievales. Destaca también el
Castillo de Malartrie, que se encuentra a las afueras. Su obra comenzó en el siglo XIX y se terminó en 1920. Es de estilo neoclásico pero inspirada en el de la época renacentista.
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Roque-Gageac a orillas del río Dordoña[/caption]
7. Locronan, un pueblo de cine
Locronan, a menos de media hora en coche de Quimper,
es un pequeño pueblo medieval que combina la mística, el encanto y la tradición. En el siglo XV se especializó en la producción y comercialización de tejidos de cáñamo, convirtiéndose en una localidad de tejedores.
Además, vio crecer su fama y su riqueza gracias a la creencia dedicada a San Ronan y al legado del culto a la fertilidad. La iglesia de San Ronan, de estilo gótico flamígero, fue construida entre 1.424 y 1.480 y alberga muchas joyas arquitectónicas notables, también clasificadas como monumentos históricos. Otro de los imprescindibles en una visita son las
características casonas que componen la plaza de la iglesia, en ellas residieron los adinerados comerciantes de lienzos.
Cuna de artistas y artesanos, Locronan ha servido de inspiración a cineastas como Polanski y Jean-Pierre Jeunet y se ha convertido, en varias ocasiones, en el
escenario de famosas producciones cinematográficas:
Un largo domingo de noviazgo, D' Artagnan o
Tess, entre otras.
Además, desde lo alto de la colina Menez Lokorn (289 metros), próxima a la población, podréis contemplar unas impresionantes vistas del mar de Iroise y, a su vez, disfrutar de un paseo por la naturaleza en familia.
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Fuente: Canva[/caption]
Más información de Locronan
aquí.
8. Concarneau, un enclave sobre el mar
Este
pequeño enclave fortificado, de tradición pesquera, también próximo a Quimper, es uno de los lugares más visitados de Bretaña. Se trata de un islote de 350 m de longitud por 100 de anchura. La arteria principal es la calle Vauban, que está rodeada de casas encantadoras con carteles a tono con la época de la ciudadela. Por los lados nacen callejuelas adoquinadas que se escapan hasta las aberturas que dan al puerto pesquero.
Para los que quieran degustar el famoso postre bretón kouign amann (pastel de mantequilla),
Maison du Kouign-Amann es el lugar idóneo. Esta encantadora cafetería se encuentra situada en el corazón de La Ville Close.
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Concarneau | ©Emmanuel Berthier / Turismo de Bretaña[/caption]
Más información sobre Concarneau
aquí.
9. Pont- Aven, el lugar de los pintores
Ubicado en el estuario del río Aven,
este pequeño pueblo debe su notoriedad a la escuela de pintores que tuvo a Gauguin por maestro. Paseando junto a la ría, cruzando los puentes y pasarelas, resulta fácil imaginar cómo la composición de los paisajes y la luminosidad de este puertecito fascinaban a los artistas.
Actualmente,
un coqueto sendero permite conocer sus lugares de inspiración. En el centro de la población un museo retrata esa época creativa. Asimismo, en Bois d’Amour, a un paso del centro de Pont-Avent, podréis disfrutar de un agradable paseo en familia siguiendo el curso del río.
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Pont-Aven | ©Alexandre Lamoureux / Turismo de Bretaña[/caption]
Más información sobre Pont-Avent
aquí.
10. Rochefort-en-terre
Fue
catalogado en el año 2016 como el más bonito de Francia. Su mayor característica son las múltiples flores que lo adornan y sus casas de granito con tejados de pizarra.
Os recomendamos que vayáis en primavera para disfrutar de la flora en toda su plenitud.
Un enclave curioso es la
iglesia Notre Dame le la Tronchaye, ubicada por debajo de la Ciudadela y edificada en cuesta. En su vidriera se representa la historia de una leyenda popular: al ser atacados por las invasiones normandas, un sacerdote escondió una representación de la Virgen y el Niño en un tronco de madera para ponerla a salvo. Dos siglos después, una pastora la encontró y por ello, se erigió la iglesia.
Su fortificación cuenta con un
bonito castillo que comenzó a levantarse en el siglo XII. Fue derruido y reconstruido en múltiples ocasiones. Actualmente
es propiedad el pintor americano Alfred Klots. Los jardines están abiertos al público y la entrada es gratuita.
Valle del Loira
11. Lavardin
Este encantador pueblo francés es uno de los imprescindibles. El puente gótico que atraviesa las aguas del Loira, la ribera llena de sauces llorones y sus bonitas casas son solo algunos de sus múltiples encantos.
La
Iglesia de Sant Genes es famosa por los frescos de su interior, de estilo románico se construyó en el siglo XI pero no se descubrió hasta el siglo XX. Se encuentra situada enfrente del
Castillo Lavardin, que también data de principios del siglo XI. A pesar de que está en ruinas, fue declarado Monumento Histórico. Todavía se pueden apreciar algunas partes como la escalera, la cárcel o la sala de guardias.
Para obtener unas vistas increíbles de Lavardin, lo ideal es hacer
el camino llamado Rotte Biques. Es un sendero empinado pero merece la pena realizarlo.
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Vistas de Lavardin. Ruinas del Castillo[/caption]
Región de Alsacia
12. Riquewihr
Esta ciudad fortificada llena de viñas es una
joya de Alsacia. Abundan los colores y las fachadas decoradas con antiguos rótulos y ventanas saledizas. Las flores y plantas trepadoras enfatizan su encanto.
Lo mejor para descubrir los rincones de este magnífico pueblo francés es pasear por sus pintorescas calles empedradas y admirar sus coloridas casas. En su parte más baja se encuentra el
Ayuntamiento, edificio neoclásico de 1809. Cerca de él está la
calle General de Gaulle, eje central que atraviesa todo. En esta calle hay muchas viviendas que llaman la atención. Son de los siglos XVI y XVII y algunas han recibido una segunda vida convirtiéndose en restaurantes o tiendas artesanas. Entre las más famosas destacan la
Maison Dieffenbach o la Maison Au Nid de Cigognes.
En la
zona más alta hay una bonita plaza en cuyo centro está la Fuente Sinne. En este mismo enclave se levanta la
Torre Dolder, del siglo XII embellecida con un reloj y una campana. Merece la pena ir a la
Rue des Trois Églises, que aloja las tres iglesias:
Notre Dame, San Erard y Santa Margarita.
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Casas típicas de colores en Riquewihr[/caption]
Región de Normandía
13. Mont Saint-Michel
Declarado
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1978, es uno de los sitios más visitados de Francia. Este espacio es, ante todo, un punto sagrado y lleno de historia.
El elemento central y principal es su
abadía benedictina, construida en 966 a la que poco a poco se le fueron añadiendo los demás elementos que la componen.
La iglesia abacial románica y los edificios del convento son de los siglos XI al XII; mientras que los del claustro y refectorio entre el XIII y el XVI. Los
edificios de protección militares son del siglo XIV, que preservaron el Monte durante la Guerra de los Cien Años.
Para recorrer la abadía
os recomendamos que contratéis un guía. Aventurarse solo además de estar prohibido es muy peligroso. Las mareas que rodean este maravilloso enclave, son las
más fuertes de toda Europa, por ello vale la pena informarse de los horarios de subida y de bajada. No hay que olvidar que cuando el agua se retira, quedan al descubierto más de 250.000 hectáreas de heno, hierba, arena y ríos. Esto forma las
temidas arenas movedizas, por lo que hay que extremar la precaución.
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Abadía de Mont Saint-Michel[/caption]
Prueba
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