¿Has conocido alguna vez a un adulto que actúe de forma infantil y sea incapaz de enfrentarse a las responsabilidades y desafíos asociados a su edad? Si es así, probablemente estés ante alguien con el llamado 'síndrome de Peter Pan', que al igual que el famoso personaje de ficción, se niega a crecer y madurar.
Aunque no se trata de un diagnóstico clínico reconocido en manuales de salud mental, el término viene utilizándose en las últimas décadas de manera coloquial para referirse a aquellos adultos (fundamentalmente, hombres) que han decidido vivir en una infancia psicológica permanente.
Pero, ¿a qué se debe este comportamiento y cómo puede impactar en la vida del paciente y en la de quienes le rodean?
Síndrome de Peter Pan: así son los adultos que se resisten a crecer
La expresión 'síndrome o complejo de Peter Pan' fue acuñada en 1983 por Dan Kiley, un psicólogo estadounidense y autor del libro The Peter Pan Syndrome: Men who have never grown up, en el que definía a un perfil de hombre con un deseo persistente de mantener un estilo de vida juvenil y serias dificultades para establecer relaciones adultas y asumir compromisos significativos.
El concepto establece una analogía con el personaje de Peter Pan creado por J. M. Barrie en 1904, que representaba a un eterno niño de 10 años que odiaba el mundo de los mayores y no deseaba crecer.
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Entre las características que mejor definen este tipo de personalidad, destacan las siguientes:
1. Dificultad para asumir responsabilidades y comprometerse
Evitan asumir responsabilidades adultas, como el trabajo o las finanzas, y experimentan problemas para establecer compromisos significativos, tanto en lo que respecta a las relaciones románticas y sociales, como a la toma de decisiones importantes y al establecimiento de metas.
2. Inseguridad y dependencia
Sienten inseguridad y un marcado miedo a la soledad, lo que les lleva a buscar en otros los cuidados y atenciones que necesitan. De hecho, a menudo se unen a parejas con el llamado 'síndrome de Wendy', bautizado así por la amiga y protectora de Peter Pan.
3. Egocentrismo y falta de habilidades sociales
Están centrados en sus propias necesidades y placeres, y piden y exigen sin preocuparse por quienes les rodean. Esta característica, unida a la dificultad para vincularse con las personas de forma profunda o participar activamente en entornos que requieran un mayor grado de implicación, hace que sean más propensos a quedarse solos.
4. Baja tolerancia a la frustración
Su baja tolerancia a la frustración hace que vivan en una insatisfacción constante. Se quejan, critican o lamentan su situación, pero no se esfuerzan por cambiarla. Tampoco aceptan las consecuencias de sus actos y culpan a los demás cuando algo no les sale bien.
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5. Falta de madurez emocional
Tienen dificultades para manejar las emociones, por lo que acaban echando mano de estrategias de afrontamiento que son más típicas de adolescentes que aún se están formando.
6. Resistencia al cambio
Les cuesta aceptar los cambios y adaptarse a ellos, y prefieren la estabilidad y la comodidad de lo ya conocido antes que enfrentarse a nuevas situaciones.
7. Estilo de vida juvenil
Idealizan etapas como la niñez y la adolescencia, y llevan un estilo de vida juvenil (en lo relativo a la moda, los pasatiempos, las aficiones) que no se corresponde con su edad cronológica. Además, a menudo verbalizan que no desean envejecer.
¿A qué se debe este comportamiento?
No hay una causa única o específica, aunque según los psicólogos, este patrón de la personalidad tiene sus raíces principalmente en la infancia.
Las experiencias traumáticas, la falta de roles adultos positivos o un estilo de crianza hostil y agresivo se asocian con frecuencia a este complejo. Pero también una crianza permisiva, caracterizada por la falta de límites claros, normas y consecuencias firmes, podría influir en una maduración saludable y positiva.
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¿Cómo afecta a quien lo sufre y a sus allegados?
Los pacientes con este complejo tienen la autoestima muy baja y una sensación de estancamiento que afecta a su autoimagen y confianza en sí mismos. Sus relaciones sociales son escasas (o nulas) y muy superficiales, con las consecuencias negativas que esto supone para el bienestar emocional. En el plano laboral y financiero, la evitación de responsabilidades y la falta de planificación va a limitar sus oportunidades de avance y afectar a su estabilidad económica.
También los familiares, amigos o parejas padecen las consecuencias de este comportamiento infantil que elude el compromiso, sobre todo al tener que asumir una carga desproporcionada que no les corresponde.
¿Qué hacer ante el 'síndrome de Peter Pan'?
Si te ves reflejado en las características de este síndrome, o crees que alguien de tu entorno pudiera estar sufriéndolo, es importante buscar ayuda de un profesional de la salud mental.
Asimismo, y dado que la raíz del problema suele radicar en la educación recibida en la niñez, los expertos recuerdan la importancia de la prevención. El primer paso es educar a los hijos con límites claros y firmes, fomentar la autonomía y toma de decisiones desde temprana edad, así como guiarlos de forma amorosa y respetuosa para que sean capaces de asumir retos sin un miedo a equivocarse que los paralice.
