
¿Por qué hablamos de separación?
Porque desde aquel primer día en que los tuvimos en brazos, al haber nacido en la máxima dependencia, nos hemos hecho responsables de sus vidas. Cada uno como pudo y a su manera, hemos tomado casi todas las decisiones sobre sus rutinas, su educación y todo lo que hayan necesitado. Pero, ¡atentos! Una de las consecuencias de esta dependencia inicial es la ilusión de que nos pertenecen, que son nuestros, y ya con la llegada de la adolescencia de nuestros hijos ese anhelo se rompe. No solo no nos pertenecen sino que además, cada vez les apetece menos estar con la familia, porque han comenzado un camino independiente. Como padres, nos vemos confrontados con ese sentimiento de extrañeza cuando los niños, casi de repente, han cambiado físicamente, tienen gustos que nunca habíamos sospechado, pero encima, hablan de manera vulgar y ¡nos ocultan cosas! Los notamos raros y no sabemos cómo ayudarlos porque ya no alcanzan con ponernos a jugar un rato. En este instante no saben manejar su nueva imagen, las relaciones con los amigos o sentimentales y todo esto les produce mal humor o lo angustia.¿Por qué lo llamamos camino espinoso?
Porque no es posible andarlo sin dudas, temores, confusiones y algo de sufrimiento. Así de claro, así de complejo. Lo cierto es que este recorrido hacia la independencia de futuros adultos tiene dos vías: la de los padres y la de los hijos.1. Del lado de los padres
Consiste en poder soportar y facilitar que sean diferentes de todo lo maravillosos que imaginamos para ellos. La adolescencia de nuestros hijos es como un 'universo paralelo' que se crean y en el que tenemos que tolerar que quieran pasar más tiempo fuera de casa, que sus interesen tienen que ver con los de su edad y que es lógico que quieran experimentar situaciones nuevas. Decimos "soportarlo", que no es lo mismo que decir permitirles hacer cualquier cosa, ahí estamos para encontrar ese equilibrio entre facilitarles que se separen de nosotros y orientarlos sobre los posibles extravíos.2. Del lado de los hijos
Ser más independientes no tiene que ver con que ordenen la habitación y ayuden a poner la mesa. Para ellos es la etapa de asimilar los cambios en el cuerpo y en la imagen, proceso que genera muchas inseguridades, de comenzar a darse respuestas sobre quién soy, qué quiero y cómo conseguirlo. Para ellos también resulta muy difícil dejar de contar con nosotros y de hacernos responsables de todos sus males.
- En lugar de elaborar listas de buenas conductas intentad escucharlos, preguntarles cómo están, qué les pasa, por qué están enfadados.
- Para ellos es más difícil saltarse los límites y exponerse a situaciones de riesgo cuando tienen una buena relación con los padres.

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