Cuáles pueden ser las causas de su actitud
Detrás de la negativa de nuestros hijos pueden residir diferentes motivos. Algunos son de carácter pasajero, aunque en otras ocasiones el comportamiento se mantiene a lo largo del tiempo, convirtiéndose en la tónica habitual. Las razones más comunes que desencadenan esta actitud suelen tener que ver con:1. La timidez
No es extraño que la timidez esté detrás de las reticencias de los niños hacia la costumbre de saludar con besos. De hecho, durante las primeras etapas de la infancia, algunos de ellos son a veces incapaces de entablar una conversación e incluso de mantener la mirada. [caption id="attachment_229040" align="aligncenter" width="700"]
2. El nulo o escaso trato con la otra persona
Además, es importante tener en cuenta la situación concreta. Si no conocen lo suficiente a la persona con la que nos encontremos, es probable que no reaccionen como lo hacen normalmente con aquellos que forman parte de su círculo más íntimo. Esa desconfianza puede motivar que prefieran conservar las distancias.3. El rechazo
También hay personas que, por el motivo que sea, generan rechazo en sus mentes. En esos casos, pueden manifestar actitudes evasivas como negarse a saludar, quedarse callados o apartar su foco de atención hacia otro lado.4. Emociones pasajeras
Por otro lado, cabe la posibilidad de que la responsable de su reacción sea alguna emoción de carácter puntual. Si, en el momento de la interacción, se encuentran tristes o enfadados, es más probable que se muestren cerrados o huidizos.5. Motivaciones sin fundamento
Durante sus primeros años de vida, los niños relacionan acontecimientos fantásticos con otros reales. Más adelante, algunas informaciones que llegan a sus oídos son interpretadas erróneamente o provocan reacciones desmesuradas. Entre otras muchas, pueden existir motivaciones tan surrealistas como la identificación de una persona con un ser de ficción o el miedo infundado a contraer alguna enfermedad.Cómo debo actuar si mi hijo no quiere saludar con besos
Antes de alarmarnos y adoptar una postura severa, haríamos bien en analizar la situación e intentar comprender a nuestro hijo o hija. Ni en este ni en tantos otros ámbitos de la crianza existe una solución que pase por forzar a los niños a hacer algo que no quieran. En su lugar, lo recomendable es recurrir a la comunicación, la negociación y el refuerzo positivo de sus actos.1. Preguntarle el motivo
Para empezar, haríamos bien entablando una conversación tranquila mediante la que averiguar los desencadenantes de su comportamiento. Durante su transcurso, lo verdaderamente relevante no es lo que nosotros sintamos cuando se comportan así. Por el contrario, debemos dejarles que expresen lo que piensan libremente, sin interrupciones ni menosprecios que lleguen a cohibirles.2. Transmitirle la importancia de la educación y el respeto
En lo que sí debemos profundizar es en lo relativo a la importancia de mostrar respeto y educación hacia los demás, una lección que conviene transmitirles desde las primeras etapas. Dejando a un lado a las personas más cercanas, con el resto lo adecuado es mostrar, como mínimo, una actitud civilizada mediante las convenciones sociales oportunas. [caption id="attachment_229276" align="aligncenter" width="700"]
3. Corregir las conductas inapropiadas
Cuando las reacciones de los niños rebasen el límite de lo aceptable, resulta esencial que se lo hagamos saber. Además de la corrección, deberíamos otorgarles alternativas válidas que puedan escoger en lo sucesivo y que, en su momento, destacaremos y valoraremos para reforzar esas nuevas conductas positivas.4. Respetar la alternativa que elija
El hecho de que mi hijo no quiera saludar con besos no debería ser ningún problema si es capaz de mostrar su respeto y educación de otra manera. Puede que prefiera recurrir a un apretón de manos o que decida abrazar a personas con las que comparta una relación más próxima. Sea cual sea la decisión, y siempre y cuando se encuadre dentro de unos estándares apropiados, cometeríamos un error interponiéndonos en ella.5. Apoyar su identidad personal
Al fin y al cabo, se trata de un rasgo más de su identidad personal, que no ha de ser cuestionada ni menospreciada. Siempre que sus inclinaciones y preferencias no resulten ofensivas para nadie, no hay razón para que los padres no las validemos y apoyemos. Como en tantos otros aspectos de la relación paternofilial, nuestro respaldo resulta clave para reforzar su autoestima.
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