El verano ha llegado para quedarse. Una época marcada por el calor y las altas temperaturas. Una época en la que renace el deseo común de refrescarnos en
playas,
lagos, pantanos, ríos y piscinas. Pero, ¿todos disfrutamos por igual de estas actividades?
El miedo al agua, o también denominado, hidrofobia, es un fenómeno
relativamente común a edades tempranas. Sin embargo, no debe pasar inadvertido. Y debemos ayudar a los niños a afrontarlo y superarlo.
Causas de la hidrofobia
Cuando hablamos del origen del miedo al agua, por lo general, podemos distinguir
tres grupos de factores relacionados con él.
1. Factores biológicos
Algunos niños, como consecuencia de determinadas particularidades genéticas, pueden estar
más predispuestos a desarrollar este tipo de miedo o fobia.
2. Experiencias
Las experiencias vividas a lo largo del ciclo evolutivo, tales como
caídas, ahogamientos u otros percances, podrían ser un indicador de desarrollo de esta clase de fenómenos.
3. Exposición
La falta de exposición a situaciones relacionadas con el agua es otra posible causa de la aversión a interactuar con este elemento.
¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene miedo al agua?
Quizás esta sea una de las preguntas más repetidas en consulta: ¿cómo puedo saber si mi hijo tiene hidrofobia y no es un miedo propio de la edad? En estos casos, hay que ser claros:
debemos observar. Observar sus reacciones, tanto físicas como emocionales y conductuales, es decir,
qué tipo de comportamientos y emociones afloran ante situaciones en las que el agua es la protagonista. ¿Llora, suda, aumenta el número de pulsaciones? ¿Evita la situación, entra en pánico? ¿Acaso se niega a entrar en el agua, se agarra a los padres y no quiere hacer nada por sí solo?
Algunos consejos para padres
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Es importante no forzarlos y exponerlos al agua poco a poco | Fuente: Canva[/caption]
Si has respondido afirmativamente a alguna de las respuestas del apartado anterior, a continuación te dejamos una serie de consejos que te ayudarán a afrontar esta situación.
1. Escucha activa
Es importante escuchar a los más pequeños de la casa,
sin invalidar los pensamientos que expresan ni sus emociones.
2. Exposición gradual
Al enfrentarnos a este tipo de situaciones, lo mejor es realizar
una exposición gradual al agua, comenzando por actividades simples y, poco a poco, ir aumentando la complejidad de las acciones.
3. Refuerzo positivo
Debemos reforzar cada conducta que nos acerque al objetivo, a través de
pequeñas recompensas como, por ejemplo, los elogios.
4. Paciencia
Se trata de un proceso lento. La paciencia será tu mejor aliado.
5. Consulta con un profesional
Si te ves superado por la situación, siempre puedes consultar con un profesional, que te dotará de las herramientas necesarias para hacer frente a este fenómeno.
Ya lo sabes, este verano que nada ni nadie te pare, ni siquiera el agua.