Exposiciones, reuniones, oposiciones, entrevistas de trabajo. Son muchas las situaciones en las que nos vemos obligados a transmitir a otro u otros mensajes importantes. Y si a los adultos muchas veces nos cuesta, a los niños y adolescentes, mucho más. Pero los padres tenemos en nuestra mano ir ‘entrenando’ a nuestros hijos e hijas desde pequeños en
el arte de la comunicación y ayudarles a perder el miedo a hablar en público. Te contamos cuáles son las mejores herramientas con las que contamos para conseguirlo.
La comunicación es como comer o respirar. Es algo que hacemos a diario, casi sin darnos cuenta. La única diferencia es que lo que decimos afecta a otra persona, no solo a nosotros mismos. De ahí surgen múltiples conflictos y malentendidos. Y es que no es solo el simple acto de hablar:
es escuchar, leer, comprender y expresarse, es hacerlo con determinados gestos o determinadas pausas. Y esto nos lleva a una verdad poderosa: sabemos comunicarnos, sí, pero eso no quiere decir que lo sepamos hacer correctamente.
La importancia de expresarse bien
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La comunicación, una habilidad muy valorada hoy en todos los ámbitos | Fuente: Canva[/caption]
Por eso, enseñar a nuestros hijos e hijas a expresarse de forma adecuada los prepara para la vida. No solo para su vida futura como adultos, sino
también para su presente, pues van a tener que exponer trabajos delante de sus compañeros, negociar con ellos, hacerlo también con nosotros. Al final queremos que los niños
sean capaces de hacer valer sus ideas y defenderlas, de expresar lo que sienten, de trabajar en equipo y de enfrentarse, en definitiva, a todos aquellos desafíos que se presenten en su día a día.
La comunicación es
una de las habilidades más valoradas en la actualidad, tanto en el ámbito académico como en el profesional y personal. Y eso es algo que se aprende desde pequeños, como sucede con la
educación emocional y con prácticamente todo. Pero es que, además, saber expresarse de manera adecuada va a ayudar a nuestros hijos a conocerse mejor a sí mismos, a relacionarse mejor, y va a fomentar su autoestima y su confianza.
El miedo a hablar en público, una pesadilla
Hablar en público es una pesadilla para muchos adultos, ¿verdad? Pues imaginemos lo que puede suponer para un niño, que tiene muchos menos recursos que nosotros. Y esto sucede no por falta de contenido o porque no sepamos qué decir, sino por
el miedo a equivocarnos, a errar, por temor a ser juzgados o a no ser capaces de manifestar lo que tenemos claro en nuestra mente. Eso es lo que verdaderamente nos bloquea. Así que de poco sirven esas frases motivadoras del tipo “no tengas vergüenza” o “habla más alto”. Necesitamos, y los niños necesitan, herramientas reales.
Trucos para triunfar sin forzar
1. Valida el error
Enseña a tus hijos que equivocarse es parte del proceso. Aplaude cuando lo intentan, no solo cuando “les sale perfecto”. Así, transformas el miedo en curiosidad y
en oportunidad de aprendizaje.
2. Jugar en familia, la mejor práctica
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El teatro, un buen entrenamiento para perder el miedo a hablar en público | Fuente: Canva[/caption]
El juego de roles o simbólico, hacer teatro, contar cuentos o preparar unos informativos en familia son maneras eficaces de entrenar sus habilidades de comunicación. Cuanto más lo practiquen en un entorno seguro, más natural les saldrá después.
3. Trabaja el lenguaje no verbal
La postura, la mirada, el tono de voz, los gestos y la respiración son tan importantes como las palabras, o incluso más aún. Ayúdales a entender que el cuerpo también habla. Porque
el 90 % de una comunicación pertenece a esa parte no verbal, a esa parte que no se dice, pero que se puede cargar una conversación.
4. Dales voz en las decisiones familiares
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Deja que opinen e intervengan en las cuestiones familiares | Fuente: Canva[/caption]
Involúcralos en conversaciones importantes, anímalos a dar su opinión. Eso les hace sentir que
su voz cuenta.
5. 'Nos aprenden'
Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Si tú hablas con claridad, escuchas con atención de forma activa y transmites una información u opinión con respeto,
ellos absorberán estos modos como una esponja.
Porque somos ejemplo, somos sus principales
influencers.
Hablar en público no tiene por qué ser una tortura. Puede ser
una forma divertida de jugar, conectar y aprender. Si desde pequeños aprenden que la comunicación es un puente, no una amenaza, crecerán con la confianza para expresarse con libertad y autenticidad.