En un mundo vertiginoso, la lectura sigue siendo uno de los actos más humanos y transformadores. Leyendo, adquirimos conocimientos; y nos permite conectar con nuestras emociones, descubrir nuevas perspectivas y, en muchos casos, sanar. En esta época del año, cuando el ritmo disminuye, este hábito se convierte en un refugio para reconectar con lo esencial: nuestra familia y nosotros mismos.

Crear tradiciones lectoras

Las fiestas son el momento perfecto para establecer tradiciones, y por qué no una, en torno a la lectura. Dedicar una noche a leer cuentos en voz alta junto al árbol de Navidad, regalar libros personalizados a cada miembro de la familia u organizar un pequeño “club de lectura navideño” son actividades que fomentan el amor por los libros, y crean recuerdos inolvidables. Estas tradiciones convierten a la lectura en una experiencia compartida, y una forma de fortalecer los vínculos familiares.

Un legado para las futuras generaciones

En Navidad, reflexionamos sobre lo que queremos legar a nuestras familias. Fomentar la lectura puede ser uno de los regalos más valiosos. La lectura es una herramienta integral para el desarrollo humano. Ayuda a los niños a obtener mejores resultados académicos, fortalecer su creatividad y explorar lo que realmente les apasiona. Contribuye al bienestar emocional, reduciendo el estrés y fomentando la empatía. A través de los libros, nuestros hijos pueden explorar mundos desconocidos, descubrir áreas de interés y construir una identidad basada en sus propias experiencias y descubrimientos. En estas fechas, regalar libros que estimulen su curiosidad y les permitan soñar, puede marcar una gran diferencia en su desarrollo personal.

Un regalo valioso para el alma

Leer por placer nos ofrece un respiro de la rutina diaria, nos abre puertas a mundos imaginarios y nos permite encontrar refugio en las historias, pero sus beneficios van más allá. Estudios han demostrado que mejora nuestro vocabulario, estimula la imaginación y desarrolla nuestras habilidades de comunicación. Este hábito es una herramienta para gestionar emociones, desarrollar la creatividad y construir conexiones profundas con las historias. En un mundo donde las pantallas suelen dominar nuestra atención, fomentar la lectura es un regalo tanto para la mente como para el corazón.

Biblioterapia para sanar

Además, la lectura tiene un poder sanador que ha sido reconocido por siglos, y la biblioterapia es una práctica que utiliza los textos como herramienta para explorar emociones, encontrar consuelo y descubrir formas de enfrentar desafíos. Este concepto, que me llamó profundamente la atención en una conferencia reciente, demuestra cómo los libros pueden ser aliados en momentos difíciles. Cuando encontramos personajes que enfrentan dificultades similares a las nuestras, no solo nos sentimos menos solos, sino que también podemos inspirarnos y aprender de ellos. Libros con mensajes positivos y personajes resilientes ofrecen consuelo, e invitan a reflexionar. Por ello, pueden ser, para nuestros hijos, una herramienta para navegar por los desafíos emocionales de la infancia y la adolescencia. Leer juntos estos textos abre espacios para conversaciones significativas en familia.

Conectar con lo esencial

La lectura, en cualquiera de sus formas, nos invita a conectar con lo esencial: nuestras emociones, nuestras relaciones y nuestra humanidad compartida. En un mundo donde el tiempo parece escapar y las distracciones son infinitas, leer nos devuelve a un estado de calma y reflexión. Para las familias, fomentar la lectura requiere crear un entorno donde los libros sean accesibles y la lectura sea vista como algo positivo y deseable. Compartir lecturas en familia, hablar sobre libros interesantes y dedicar tiempo a leer juntos son formas efectivas de inculcar este hábito. Y lo mejor es que estas lecturas no tienen que ser un acto solitario; leer juntos puede fortalecer los vínculos familiares y crear momentos inolvidables. En estas fiestas, más que nunca, regalemos tiempo, historias y experiencias. Porque al final, los mejores momentos no están en lo que tenemos, sino en lo que compartimos.