En la actualidad todo el mundo habla del
cerebro, porque es una referencia importante más allá de la filosofía, nos aporta datos constatados. Sobre todo vemos constantes alusiones al elemento compositivo ‘neuro’; así que, en primer lugar, vamos a aclarar conceptos. Empecemos por el principio, que es
la neuroeducación.
Como dice
Francisco Mora, doctor en Medicina y en Neurociencia, y catedrático de Fisiología Humana, intentar enseñar sin conocer cómo funciona el cerebro sería algo así como tratar de diseñar un guante sin haber visto nunca una mano. Por eso defiende que la neuroeducación hay que aplicarla ya para destruir los ‘neuromitos’ o falsas verdades.
Se trata de una
nueva visión de la enseñanza basada en lo que sabemos sobre nuestra mente y que consigue que el alumnado aprenda mejor y, sobre todo, que los docentes se involucren en su trabajo para transmitir conocimientos de la mejor manera. Cuando sabemos cómo el cerebro elabora la información, la procesa, la asimila, la ejecuta y procede a la toma de decisiones, se facilitan mucho las cosas.
La neuroeducación es también
un campo de la neurociencia nuevo, abierto, lleno de enormes posibilidades que debe proporcionar herramientas útiles para el aula y, con ello, alcanzar un pensamiento verdaderamente crítico en un mundo cada vez más abstracto y simbólico. Significa evaluar y mejorar la preparación del que enseña (maestro), y ayudar y facilitar el proceso de quien aprende (individualidad a cualquier edad).
Principales maneras para aplicar la neuroeducación en clase
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Jugar, tocar, experimentar son recursos efectivos para el aula | Fuente: Canva[/caption]
1. Aprender jugando
El juego es una forma esencial de aprendizaje con emoción y diversión.
2. Ejercicio a primera hora
Para la oxigenación de las neuronas y de todo el cuerpo de profesores y estudiantes.
3. Sorprender y despertar la curiosidad
Sal de la rutina pedagógica, sé creativo, inventa, cambia de escenario, dramatiza y sorprende.
4. Aprender colaborando
Un cerebro social necesita aprendizaje social a partir de la colaboración entre iguales.
5. Plasticilidad neuronal
Cualquier persona es capaz de adquirir nuevos conocimientos a lo largo de la vida. No te limites con tus expectativas.
6. Sin emoción no hay aprendizaje
Emociona a tus alumnos, emocionándote tú con tu labor, ponle pasión.
¿Por dónde empezamos a aplicar la neuroeducación en el aula?
1. Trabajar los sentidos
Lo primero sería ejercitar los sentidos, ya que nuestras experiencias sensoriales, externas o internas, modelan nuestra forma de imaginar y, por tanto, de pensar. Una forma de asimilar conocimientos se da cuando las nuevas experiencias sensoriales modifican o hacen más complejas nuestras imágenes del mundo y de nosotros mismos.
¿Cuáles son los sentidos? Además del tacto, el oído, el olfato, el gusto, la vista, están los grandes olvidados, el sentido vestibular y el propioceptivo, esenciales para el aprendizaje.
Para estimular todos ellos, hay muchas actividades fabulosas, muy sencillas de realizar. Por ejemplo,
jugar con hojas de otoño, hacer trazos con espuma, construir figuras con masa de sal, jugar con lupas o probar diferentes sabores, entre otras.
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Jugar con lupas, una buena manera de estimular los sentidos de los niños | Fuente: Canva[/caption]
2. El sentido vestibular y el propioceptivo
Como dice
Iñaki Pastor, fisioterapeuta experto en desarrollo infantil y neurodesarrollo,
“jugar, desplazarse y relacionarse son verdaderos alimentos para el cerebro”. Nuestro sentido cinestésico está enviando una retroalimentación constante al cerebro para poder tener equilibrio. En clase, podemos
jugar a caminar por diferentes texturas, a equilibristas, andar con sacos, escalar, pisar hojas o piedras.
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Ejercitar el sentido cinestésico es alimentar el cerebro | Fuente: Canva[/caption]
3. Las funciones ejecutivas
Otro de los aspectos esenciales de la neuroeducación son las funciones ejecutivas. Vamos a hablar de ellas. ¿Qué son exactamente? Son el elemento esencial de la cognición humana. Las principales son:
control atencional, fluidez verbal, toma de decisiones, inhibición, flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo, planificación y velocidad de procesamiento.
¿Qué podemos hacer en clase para desarrollar las funciones ejecutivas?, sobre todo jugar a juegos como el memory, el tangram, copiar modelos, hacer provocaciones, mikado, laberintos, sudoku, código secreto y
todo tipo de juegos de mesa constituyen buenas herramientas para favorecerlas. En actividades como
el teatro también se ejercitan todas ellas, además de las habilidades sociales.
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Los juegos de mesa 'entrenan' las funciones ejecutivas | Fuente: Canva[/caption]
Estrategias para educar en inteligencia emocional
La neurociencia nos dice que es fundamental conocer desde pequeños
qué son las emociones y, sobre todo, saber gestionarlas. Como dice, Francisco Mora “solo se puede aprender aquello que se ama”, aquello que nos emociona es lo que verdaderamente nos mueve a aprender. Estas son las principales estrategias para conseguirlo:
- Reconocer las emociones básicas.
- Saber nombrarlas.
- Saber afrontarlas con ejemplos.
- Propiciar la comunicación.
- Fomentar un diálogo democrático.
- La importancia de saber escuchar.
- Controlar la ira.
- Animar a la apertura de la expresión de lo que sienten.
- Desarrollar la empatía.
- Iniciar a los niños en emociones secundarias.
¿Cómo podemos trabajarlas en el aula? Empezando a descubrirlas a través de diversos recursos: caritas emocionales, reconocerlas en la expresión facial de los demás, hacer recetas emocionales, fabricar un monstruo comemiedos, hacer mapas mentales o jugar a botes de emociones, entre otros.
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Cuanto antes descubran las emociones y aprendan a gestionarlas, mejor | Fuente: Canva[/caption]
En conclusión,
el cerebro necesita moverse, jugar, sentir y experimentar para poder aprender de manera significativa y consciente.
Autora: Ana Rojo de la Vega
Editorial: Sar Alejandría
Con el subtítulo de
Propuestas para desarrollar el cerebro en un entorno educativo y familiar, este libro nos ayuda a entender cómo funciona nuestra mente desde que nacemos para poder aplicar ese conocimiento en casa y en el aula.
A todos los niños les encanta jugar, moverse, descubrir, sentir.
Y eso es, precisamente, lo que necesita el cerebro para poder funcionar. Por eso, la autora, maestra de infantil y psicopedagoga, propone
un montón de actividades para trabajar los sentidos, el lenguaje, las funciones ejecutivas y las emociones, todos ellos, aspectos fundamentales para la neurociencia y también para el proceso de enseñanza-aprendizaje.
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