Llega un momento en que los padres no tenemos capacidad para decidir con quién van nuestros hijos. Los niños crecen y adoptan sus propias decisiones y, algunas, no tienen porque gustar a los padres. El resultado es una sensación de
impotencia y temor a la que pocas familias son ajenas.
Todos los padres querríamos
el amigo perfecto para nuestros hijos pero, la realidad, no siempre es así. Durante la adolescencia el grupo de amigos se convierte en un eje fundamental para los niños. Sentirse integrado en un grupo es importante para ellos en este periodo.
Por eso, si creemos que nuestro hijo se relaciona con personas no adecuadas tenemos que actuar. El primer paso es estar
atentos a cualquier posible cambio en el comportamiento cotidiano. En caso de que seamos conscientes de que nuestros hijos están influidos por malas compañías podemos seguir algunas sencillas pautas para tratar de revertir la situación.
1. Habla con tu hijo
Intenta
establecer comunicación con tu hijo, cuéntale tus preocupaciones. Evita los reproches y las críticas. Mantén un lenguaje positivo, cercano y escucha, con interés, sus opiniones. Empezar la conversación diciendo que sus amigos “no te gustan” puede suponer un rechazo por parte del adolescente.
2. No descalifiques a sus amigos
En ocasiones los hijos no llegan a ver aquello que tú como padre quieres mostrarle. Por eso, descalificar a sus amigos puede hacer que
se pongan en tu contra y desoigan todo aquello que les dices. Intenta hacerles reflexionar sobre ciertas acciones de sus compañías que no te gustan. Expón algunos comportamientos inadecuados de sus amistades y, hazle ver, que la reputación que otros se labren puede perjudicarlo.
3. Conoce a sus amistades y también a sus padres
Conocer al grupo de amigos con el que está tu hijo te ayudará a determinar si hay alguna mala influencia. Con la
observación directa comprobarás si es una persona o son más de las que afectan de forma negativa en su comportamiento. También es importante que conozcas el entorno familiar de los chicos para saber cómo han sido criados y si pueden ser problemáticos en un futuro cercano.
4. Educación para ser independiente
Una de las tareas más complejas para los padres es educar a sus hijos para que
sepan en cada momento tomar sus propias decisiones y no dejarse arrollar por las del grupo. El afán protector de la familia hace que criemos a hijos no sabrán asumir sus propias decisiones. Por eso, tenemos que
educar a los niños para que entiendan que los amigos son mucho más que un rato de diversión y que aquellas personas que de verdad se preocupan por nosotros nunca nos harían nada que pueda afectarnos.
5. Haz que sea responsable de sus acciones
Si tu hijo no desiste de ir con malas compañías, y aunque no participe en acciones problemáticas en el grupo, puedes
poner frenos a su actuación. Habla con él y explícale que se tiene que responsabilizar de las acciones que hagan sus amigos, aunque no participe en ellas. Unas acciones por las que puede ser sancionado y castigado.
6. Marcar límites pero no colocar barreras
En caso de que veas que las amistades de tus hijos son perjudiciales puedes poner límites como no dejarle ir con esas personas. Eso, no significa que tu hijo no pueda salir con otros amigos. Tienes que
darle confianza, la oportunidad de crear su propio grupo y, para ello, necesita relacionarse con otros amigos de su edad.
Si las alternativas propuestas no surgen efecto y tu hijo no desiste de ir con malas compañías, lo mejor, es
pedir ayuda especializada para que terceras personas intenten hacer ver al niño que las compañías que frecuenta no son las mejores para su futuro.
Prueba
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