Cómo afrontar la actitud rebelde
Es normal que sus contestaciones puedan ponernos nerviosos, ya que las percibimos como un desafío y sentimos que nos faltan al respeto. A continuación, exponemos algunas consideraciones que nos pueden ayudar a entender la actitud ‘rebelde’ de nuestros hijos e hijas y a afrontarlas:1. Entender qué esconde un ‘no’
¿Qué hay tras una contestación o negativa? El menor está practicando su autonomía, está haciendo uso de su parcela de poder, tratando de ejercer cierto control sobre su propia vida. Está intentando demostrar que es un ser independiente, con ideas propias y con voluntad de tomar sus decisiones. Esto es algo muy positivo para el desarrollo de su personalidad. De hecho, algunos estudios indican que los menores respondones suelen ser adultos con mayores probabilidades de éxito.2. Pensar a largo plazo
Nadie quiere que sus hijos tengan una actitud sumisa en ninguna de las relaciones humanas que establezca en el futuro. Tampoco nos gustaría que fueran personas débiles, incapaces de resistir los envites de la vida o la presión social. Saber decir que ‘no’ no es únicamente un arte y un aprendizaje necesario, sino que, además, es una asignatura pendiente para muchos adultos. Es fundamental para salvaguardarse de personas o situaciones tóxicas. Así que resulta necesario empezar a entender las contestaciones de los niños como una oportunidad para fomentar su pensamiento crítico.3. Manejar las malas contestaciones
Un rechazo verbal de nuestros hijos puede hacer que nos sintamos atacados, pero es importante pensar que no es algo personal. Cuando escuchemos una mala contestación de su parte es mejor contar hasta cinco y buscar el motivo que le ha empujado a hablarnos de ese modo. Si este ejercicio cuesta hacerlo en ese momento, es mejor retirarse hasta que estemos más calmados. Podemos usar frases del tipo: “Te veo muy enfadado y entiendo que lo estés. Yo también me enfadaba cuando tenía tu edad con mis padres porque (le damos un motivo). ¿Qué podemos hacer para que te sientas mejor?”. Lo esencial es evitar luchas directas, recriminaciones, castigos o ponernos a su altura. Debemos tener claro que siempre se aprende más de lo que se ve que de lo que se oye. Así que, si cuando nos enfadamos, gritamos, humillamos y nos cuesta perdonar, es bastante probable que nuestro hijo reaccione de forma similar cuando se enfade.4. Evitemos etiquetas
Por otra parte, es importante que nos focalicemos en el acto en sí, sin juzgar: “nos ha contestado mal, pero no es un contestón”, “ha hecho algo mal, pero no es malo”, “se ha equivocado, pero no es un desastre”. Si criticamos ‘el ser’ en vez de ‘el estar’, corremos el riesgo de ponerle etiquetas a las que acabará respondiendo de manera muy obediente, ya que no le estaremos dando más opciones.5. Los innegociables
Si queremos que aprendan a quererse y respetarse a sí mismos desde la infancia, necesitan recibir ese mismo ejemplo de sus referentes. Hacernos respetar, no admitir insultos, violencia verbal ni gritos es fundamental para que sepan también qué tipo de trato es admisible recibir de los demás. Las personas que se quieren y se tienen en consideración no se maltratan. Si nuestro hijo nos habla mal, debemos decirle que nos duele lo que nos está diciendo y que como nosotros nos queremos y respetamos a nosotros mismos, no podemos tolerar ese comportamiento y que preferimos retirarnos. Seamos muy firmes y claros en este punto, pero sin pegar, sin castigar. Porque si respondemos a la violencia y a los malos modos de la misma forma, no están aprendiendo más que lo que les estamos enseñando. Además, de que ponernos a su nivel solo nos llevará a una situación de tensión y entraremos en un bucle. Se trata de educarles de modo coherente y mediante el ejemplo. Para que nuestros hijos lleguen a caminar por la vida con seguridad, tendrán que equivocarse muchas veces. Y si cada error lo entendemos como oportunidad de aprendizaje, iremos llenando su ‘mochila’ de habilidades para la vida.
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