Un
hábito es un comportamiento que todos, tanto niños como adultos, realizamos una y otra vez, casi sin pensarlo. Algunos son inofensivos, pero a largo plazo, los que no son saludables podrían causar problemas tales como
alteraciones del sueño,
trastornos alimentarios y sedentarismo, entre otros. Muchas veces no les damos importancia y dejamos pasar patrones que podríamos modificar para
mejorar sus vidas en el futuro. ¿Sabes qué hábitos
debes evitar para dar buen ejemplo a tus hijos e hijas y que no acaben asumiéndolos como propios? Estos son los cinco principales:
1. Acostarse tarde
La hora de acostarse suele ser fuente de conflictos y de momentos frustrantes, pero sabemos la importancia que tiene un
buen descanso en los niños. Y, sin duda, en todas las etapas de la vida. Perder horas de sueño afecta negativamente en el
desarrollo académico y la conducta e, incluso, puede predisponer a diversas patologías. Sin embargo, modificar las costumbres resulta más fácil de conseguir en la infancia, por lo que, ajustando algunas cosas a la hora ir a la cama, podemos generar
un cambio positivo para nuestros hijos e hijas.
Generar 'rituales' previos a la hora de acostarse es una forma de ayudarles a desarrollar
hábitos de sueño consistentes y duraderos. Una posibilidad es proporcionar
actividades relajantes, como un
baño tranquilo e incluso un
pequeño masaje en la cabeza. También puedes
atenuar las luces y leerles un cuento, dependiendo la edad y los gustos. Así habrá muchas más probabilidades de que se duerman antes.
Habituar a los niños a
dormir temprano para poder aprovechar todas las horas de descanso será
positivo a corto y a largo plazo. Y los adultos podemos aplicarnos también el cuento.
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Adquirir el hábito de dormir temprano es beneficioso a corto y largo plazo | Fuente: Canva[/caption]
2. Salir de casa sin desayunar
Adoptar una rutina de
desayuno-almuerzo-cena ayuda a nuestros hijos a evitar
tentempiés innecesarios desde el principio. Aunque, como suelen tener gran actividad y mucho desgaste, a veces sí que los son, pero conviene recurrir a
alimentos saludables para recargar las pilas.
Los expertos nos confirman que el desayuno es alimento para el 'cerebro' y los ayuda a mantenerse fuertes y a prevenir enfermedades crónicas. En la Asociación Española de Pediatría aseguran que,
gracias a la primera comida del día, que "debería cubrir un 25 % de las necesidades calóricas diarias", los niños y adolescentes
obtienen la energía que precisan para comenzar su jornada. En caso de salteársela, el cuerpo
recurre a las reservas, lo que implicará
falta de concentración y bajo rendimiento físico e intelectual.
Por todo ello, saltárselo no es una opción. Eso sí, debe ser saludable. Para los niños, y también para los adultos, nada como un
desayuno nutritivo en el que haya frutas, hortalizas como el tomate o el aguacate, cereales, a ser posible, integrales, y algún lácteo.
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Saltearse el desayuno obliga al cuerpo a recurrir a las reservas y tiene efectos negativos | Fuente: Canva[/caption]
3. Levantarse muy tarde los findes
El cansancio se acumula, sí, sobre todo durante ciertas jornadas estresantes, lo que da la sensación de
'necesito recuperar horas de sueño'. Sin embargo, la idea de quedarnos en la cama más tiempo los fines de semana para hacerlo
no ayuda realmente. Los expertos aseguran que los ajustes deben
realizarse diariamente, es decir, descansar todos los días la cantidad de horas correspondientes.
¿Por qué no funciona, entonces? Es normal creer que uno puede
'ponerse al día
', pero cuando permitimos que los niños duerman hasta muy tarde, lo que hacemos en realidad es
alterar su ritmo circadiano. Si este se encuentra fortalecido gracias a la costumbre de acostarse siempre en una misma franja horaria, se
facilitará la transición nocturna de la vigilia al sueño.
Esto no quiere decir que no puedan descansar
una o dos horas extra los sábados y domingos, sino comprender que, si se exceden, por la noche
no lograrán conciliar el sueño y esto trastornará los ciclos biológicos.
4. No hacer ejercicio
La falta de
ejercicio se traduce en una
vida menos saludable, pero por suerte, en el caso de los niños, podemos inculcarles su práctica desde pequeños. La falta de actividad física es uno de los principales hábitos que debes evitar a la hora de instaurar conductas familiares, por lo que veremos algunas prácticas divertidas para hacerlo.
Intenta
dar el ejemplo a tus hijos. Si escoges un estilo de vida saludable para ti, probablemente aprenderán de forma natural a
imitar ese comportamiento. Puedes comenzar
lentamente, pero con constancia, y encontrar algún momento para
bailar, salir a caminar o incluso escoger algún deporte que te guste. Hacerlo con asiduidad es la clave para crear el hábito. Pero no te preocupes si no encuentras un hueco en la agenda, recuerda que
hay muchas posibilidades de mantenerse activo, como salir al campo en familia tanto como sea posible, tanto para caminar como para ir con las bicis o hacer cualquier otra actividad, practicar una coreografía de moda o utilizar juegos de baile en la consola.
5. Pasar muchas horas frente a las pantallas
Estar demasiado tiempo
conectados a los dispositivos implica el riesgo de desarrollar varios
problemas de salud, como
obesidad, sueño irregular y trastornos de atención. Es importante animar a nuestros hijos e hijas a divertirse con
juegos al aire libre, o incluso pedirles que realicen actividades domésticas, para estimular el movimiento y la participación.
Así que tratemos de reducir en lo posible el tiempo que las nuevas generaciones pasan ante las pantallas, tan ineludibles para ellas, y fomentemos nuevos hábitos como
la lectura, el juego, la actividad física o el tiempo en familia. Siempre sin olvidar que, si nosotros no hacemos lo propio, poco conseguiremos y, además, no tendremos muchos argumentos para convencerles de que se trata de un hábito que deben controlar.
En esto, como en todo, decirles lo que tienen que hacer y obrar nosotros de la manera contraria no resulta ni edificante ni eficaz. Porque
educar en el ejemplo es lo que realmente funciona.