En qué nos debemos fijar para diferenciar el origen de cada emoción
¿Se pelean nuestros hijos por miedo a perder algo que estiman o porque quieren lo que su hermano tiene? No es fácil distinguir ante qué luchamos cuando se trata de envidia o celos entre ellos. Los niños tampoco van a saber especificar qué emoción están sintiendo, lo único que mostrarán son roces y rifirrafes que en la mayoría de ocasiones, para nosotros, no tendrán ningún motivo de peso aparente. A continuación, resaltamos algunas diferencias entre la expresión de los celos y la envidia en la infancia.1. ¿Alguna vez se ha tenido lo que se desea?
Esta es la principal forma de diferenciarlos, la envidia aparece cuando se desea algo que nunca se ha tenido, como un juguete en concreto o una aptitud personal como la extroversión, mientras que los celos se centran en el temor a quedarse sin algo que se quiere conservar, como la atención completa de los padres tras el nacimiento de un hermanito.2. El foco de la emoción
El foco del malestar en la envidia siempre está dirigido hacia la persona que la genera, por ejemplo, a uno de los hermanos porque siempre obtiene mejores notas, porque tiene más amigos o porque siempre ha sido muy bueno en los deportes, mientras que en los celos el foco de las emociones suele ser aquello que se teme perder, por ejemplo, los juguetes que ya se tienen, el momento a solas con los padres antes de ir a la cama o en general el cariño de los mismos.3. Rabia por la certeza y miedo por la posibilidad
El sentimiento que suele aparecer es diferente en la envidia y en los celos. Por lo general, la envidia se asienta en una certeza "el otro tiene algo que yo quiero" y eso me genera rabia y frustración, mientras que los celos se ven generados por la incertidumbre y el miedo a que algo que se sospecha ocurra, por lo que las emociones que prevalecen son la tristeza y el miedo. Ambas son normales y cumplen una función. En su justa medida, sirven para identificar aquello que deseamos, y poder orientarnos para conseguirlo (envidia) o para cuidar o proteger lo que sentimos que podemos perder (celos). Pero, como decíamos, cuando se presentan en forma patológica, dejan de tener esta función positiva, para convertirse en fuente de sufrimiento.
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