Sí, hay
paisajes impresionantes en lugares lejanos de todo el mundo, pero podemos planificar unas vacaciones idílicas sin necesidad de salir del continente. Ya sea que busques un poco de paz con vistas a la montaña, costas mágicas o bosques colmados de leyendas, te ayudamos a escoger tu próximo destino contándote cosas muy interesantes sobre los
pueblos más bonitos de Europa.
1. Annecy, Francia
Ubicado en el corazón de los
Alpes franceses,
Annecy combina perfectamente escenarios de postal y actividades para toda la familia. Conocida como
'la Venecia de los Alpes', nos da la bienvenida con sus canales, su casco antiguo y un enorme lago cristalino, que es, a su vez,
uno de los más bonitos de Europa.
El lago, considerado uno de los más limpios del continente, es su gran atractivo. Los más tranquilos pueden escoger los
paseos en barco, mientras los aventureros practican
deportes acuáticos o simplemente disfrutan de sus playas al sol. El paisaje montañoso de fondo también ofrece estupendas rutas de senderismo y ciclismo, por lo que es mucho más que unas vistas espectaculares.
El casco histórico de la ciudad, con calles adoquinadas y casas coloridas, es perfecto para caminar sin prisas. Entre sus monumentos más destacados está el
Palais de l’Île, un edificio emblemático situado en medio de un canal, y el castillo, que posee una panorámica que te quitará el aliento.
Annecy no es solamente un entorno imponente: nos encontramos en
Francia y nos aguarda su renombrada gastronomía. No deberías dejar de probar el
tartiflette, un plato tradicional de la zona elaborado con
queso reblochon, patatas y panceta. En los mercados locales, por otro lado, encontraréis además deliciosos productos frescos regionales tales como el
jamón de Saboya, los diots y la salchicha ahumada de Magland.
Además, cada mes de junio se celebra el
Festival Internacional de Cine de Animación, donde no solo disfrutarás de las películas elegidas, sino que tendrás la posibilidad de admirar la proyección nocturna
al aire libre sobre el Pâquier, con las montañas y el lago de fondo.
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Annecy es conocida como 'la Venecia de los Alpes' | Fuente: Canva[/caption]
2. Cudillero, España
¡Calla ho!, ¿tenemos uno de los pueblos más bonitos de Europa? Sí, escondido entre
verdes montañas y el azul del Cantábrico,
Cudillero es un rincón pesquero de
Asturias. Conocido por su disposición en forma de anfiteatro natural, sus calles empinadas y sus casas de colores emplazadas en la montaña, no se limita a ser uno de los
pueblos más bonitos de España, sino de toda
Europa. ¿Por qué no degustar mariscos frescos mientras admiras los barcos? Platos como
el cachopo y el pixín son ideales para quedar
fartucu y reafirmar que en el norte del país se come estupendamente.
Recorre sus calles empinadas hasta los miradores de
La Garita o El Pico, desde donde las vistas sobre el mar y los tejados multicolores son inigualables. Además, muy cerca del pueblo,
la playa del Silencio es un espectáculo natural icónico de la comunidad asturiana.
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Vista de Cudillero con sus casas coloridas y el puerto pesquero | Fuente: Canva[/caption]
3. Bibury, Inglaterra
Si cierras los ojos e imaginas la campiña inglesa, rodeada de verde y olor a lluvia, en la más profunda de las calmas, probablemente estés pensando en
los Costwolds. Sus casas de piedra caliza color miel y sus adorables pueblos de cuento atraen a miles y miles de visitantes en busca de paz y naturaleza. Allí podrás dar con el sitio donde nació Shakespeare, entre otros, pero hoy vamos a enfocarnos en
Bibury; famoso por su estilo campestre y por
Arlington Row, una hilera de casas construidas en el
siglo XVII que se ha convertido en un símbolo de la región.
Rodeado de prados y atravesado por el
río Coln, ofrece un entorno ideal para pasear y desconectar. El paisaje, especialmente en primavera, desvela una explosión de colores que hace justicia a la reputación de los Cotswolds como "área de belleza natural excepcional".
Aquí puedes explorar lugares como el
Bibury Trout Farm, una de las piscifactorías más antiguas de
Inglaterra, donde es posible aprender sobre la cría de truchas e incluso pescar. Un paseo de menos de diez minutos te llevará directo a la iglesia de
Santa María, que, con su mezcla de estilos
normando y gótico, es parada obligatoria para quienes disfrutan del arte arquitectónico.
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Las típicas casas de piedra de Bibury en los Cotswolds | Fuente: Canva[/caption]
4. Vík í Mýrdal, Islandia
En la costa sur de
Islandia, el pequeño pueblo de
Vík í Mýrdal ha sido moldeado por
volcanes y glaciares. Aunque su población es menor a 300 habitantes, este lugar se ha convertido en un anhelo para quienes buscan conectar profundamente con la naturaleza.
Uno de sus principales atractivos es la
playa de Reynisfjara, famosa por su
arena negra volcánica y las enormes
columnas de basalto que emergen del mar. Estas formaciones, conocidas como
Reynisdrangar, están envueltas en magia. Según la leyenda, eran originalmente troles. Una noche, mientras intentaban arrastrar un barco hacia la costa, la luz del amanecer los sorprendió, y los convirtió en piedra. Desde entonces permanecen inmóviles en medio del océano, como
gigantes eternos atrapados por su ambición. Dicen los locales que, si te quedas en silencio, quizás los escuches gritar, añorando volver a su hogar.
A pocos kilómetros, se encuentra el
glaciar Mýrdalsjökull, donde se puede realizar senderismo sobre el hielo y explorar
cuevas glaciares. Este glaciar cubre el
volcán Katla, una de las formaciones más activas de Islandia, lo que subraya el contraste constante entre
el fuego y el hielo en la región.
La iglesia Reyniskirkja, situada en una colina con vistas al pueblo, es otro de sus puntos imprescindibles. Desde este lugar se obtienen panorámicas
de Vik y el Atlántico. Aparte, los senderistas de la familia encontrarán rutas a cascadas cercanas como
Skógafoss o Seljalandsfoss.
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Vík í Mýrdal está rodeado de paisajes volcánicos y glaciares | Fuente: Canva[/caption]
5. Vernazza, Italia
En
Italia, en la icónica región de
Cinque Terre, la preciosa
Vernazza se alza en la
costa ligur. Con su disposición escalonada, casas de colores y su puerto, muestra la esencia de la vida marítima italiana. El
castillo Doria es una de sus paradas imprescindibles. Desde su torre, la postal del pueblo y del
Mar de Liguria son espectaculares. Además, pasear por sus callejuelas estrechas, entre tiendas tradicionales, cafeterías y restaurantes, te permitirá detenerte a por una deliciosa
focaccia para recargar las pilas.
El puerto, protegido por una pequeña playa, es perfecto para escoger las rutas de senderismo que conectan los pueblos de
Cinque Terre, especialmente el camino hacia
Monterosso, que ofrece panoramas inolvidables del paisaje costero.
La iglesia de Santa Margarita de Antioquía, construida frente al mar en el
siglo XIV, aporta un toque histórico al pueblo con su
arquitectura gótica.
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Vernazza es uno de los pueblos más encantadores de Cinque Terre | Fuente: Canva[/caption]
6. Rothenburg ob der Tauber, Alemania
Ubicado en la región de
Baviera,
Rothenburg ob der Tauber es un pueblo congelado en el tiempo. Su
casco antiguo medieval, rodeado por murallas y lleno de casas de entramado de madera, es un viaje único al pasado y uno de los destinos más populares de la
Ruta Romántica.
Varios pasos a través de sus calles adoquinadas te llevarán a la
plaza del Mercado, donde se encuentran la
iglesia San Jacobo y
el Ayuntamiento con su imponente torre. Desde esta altura, podrás admirar una vista única colmada de
tejados rojizos, con el
río Tauber al fondo.
Las
murallas de Rothenburg, que datan del
siglo XIV, permiten realizar un paseo alrededor del pueblo. Pero eso no es todo; si quieres un detalle ligeramente macabro, date un paseo por el
Museo del Crimen Medieval. Está situado en una antigua prisión y posee una exhibición de 50.000 objetos, incluidos artilugios antiguos y herramientas de verdugo.
Durante la temporada navideña, Rothenburg se transforma con su famoso
mercado de Navidad, donde degustarás su
dulce típico, el schneeball, una bola de masa frita que se sirve en diferentes sabores.
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Una joya medieval en la Baviera alemana | Fuente: Canva[/caption]
7. Interlaken, Suiza
En el corazón de los
Alpes suizos,
Interlaken te espera con un combo de paisajes y aventuras. Ubicado entre los
lagos Thun y Brienz, se encuentra rodeado de montañas icónicas como
la Jungfrau, el Eiger y el Mönch, y es conocida por sus numerosas actividades al aire libre. Desde
paseos en barco por sus lagos cristalinos hasta
rutas de senderismo en los alrededores, las posibilidades son infinitas. En verano, es perfecto para recorrer senderos, como el que lleva a la
Schynige Platte, famosa por sus vistas. En invierno, por otro lado, las
estaciones de esquí atraen a familias aficionadas a los deportes de nieve.
Uno de sus principales atractivos es el
Harder Kulm, un mirador accesible en funicular que te ofrece una mirada diferente del pueblo y de sus lagos. Además, el centro, con su mezcla de arquitectura tradicional y moderna, te invitará a pasear y detenerte solo para degustar una
raclette o una
fondue.
También organiza eventos como el
Festival Folclórico de Jungfrau, donde podrás disfrutar de
danzas tradicionales, música y gastronomía local.
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Interlaken, un pueblo entre los lagos Thun y Brienz, rodeado de los Alpes | Fuente: Canva[/caption]
8. Giethoorn, Países Bajos
Nos encontraremos otro rincón veneciano, esta vez en la provincia de
Overijssel.
Giethoorn, conocido como 'la Venecia del Norte" por sus
canales, puentes de madera y ausencia de carreteras. Aquí los desplazamientos se realizan principalmente en
barcas llamadas punters, a pie o en bicicleta, cruzando los más de
170 puentes que conectan sus canales. Este estilo de vida sostenible —y en armonía con la naturaleza— es parte de lo que lo hace tan especial.
El
Parque Nacional Weerribben-Wieden, situado cerca del pueblo, es perfecto para explorar la
biodiversidad de la región. Tanto caminando como en kayak, conocerás la cara más natural de los
Países Bajos.
En el
centro de Giethoorn, las casas tradicionales con
tejados de paja y jardines floridos son una atracción en sí mismas, pero también lo son los pequeños museos, como el
De Oude Aarde, especializado en minerales y fósiles, que permiten complementar la visita con experiencias educativas.
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Las casitas con techos de paja son parte del paisaje único de Giethoorn | Fuente: Canva[/caption]
9. Zell am See, Austria
Viajaremos nuevamente al corazón de los Alpes, pero esta vez,
a los austríacos.
Zell am See es espectacular en cualquier época del año, además de ser uno de los
pueblos más bonitos de toda Europa.
El
lago Zell, que le da nombre, es uno de sus principales atractivos. Durante los meses de verano, sus aguas son ideales para practicar
deportes acuáticos como paddle surf, vela o natación. En invierno, el panorama se transforma y las estaciones de esquí cercanas, como
Schmittenhöhe, se convierten en el centro de atención para los aficionados a las actividades invernales. Si te gustan las imágenes de postal, no te pierdas el
mirador de la cima Schmittenhöhe, desde donde verás los Alpes y el lago en todo su esplendor, o rodéalo en bicicleta; las vistas son un obsequio.
El casco antiguo te llevará de paseo por pequeños comercios, cafeterías y restaurantes, y, cuando te detengas en uno, prueba las delicias austríacas como el
schnitzel y los strudel. Esta idílica joya alpina lo tiene todo.
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Conecta con la naturaleza en una experiencia sin igual en Zell am See | Fuente: Canva[/caption]
10. Český Krumlov, República Checa
Ubicado en la región de
Bohemia Meridional,
Český Krumlov es un pueblo medieval, declarado
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Con un impresionante castillo, el segundo más grande de
Chequia, posee hermosos jardines barrocos y una icónica torre, que ofrece escenarios en altura del
río Moldava, que serpentea a sus espaldas. El casco antiguo, impecablemente conservado, es un punto de partida ideal para caminar y descubrir cada uno de sus secretos. Deslízate por las
pequeñas galerías para encontrar
talleres artesanales y restaurantes.
La cultura aquí tiene un papel protagonista. El
Festival Internacional de Música se celebra anualmente durante el verano, así que, si hay un melómano en la familia, apúntate este destino. Las salas del castillo se llenan de
música clásica, jazz, folclore, ópera y música fusión. Los espectáculos barrocos experimentales son la guinda del pastel.
En los alrededores, la naturaleza ofrece varias
actividades al aire libre, como paseos en kayak por el río Moldava o senderismo en las colinas cercanas, por lo que constituye un plan ideal para toda la familia.
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Český Krumlov, uno de los pueblos más bonitos de Europa en Bohemia | Fuente: Canva[/caption]
11. Colmar, Francia
En el noreste de nuestro país vecino, más precisamente en el corazón de
Alsacia, encontraremos
Colmar, un soñado pueblito de casas de entramado de madera, con canales y viñedos, listo para darnos otra experiencia veneciana.
En esta '
Pequeña Venecia', los canales serpentean entre flores en una imagen difícil de olvidar. Con ejemplos arquitectónicos del
gótico, como la
iglesia de San Martín, y del
Renacimiento alsaciano, como la
Casa Pfister, son tan solo el prolegómeno a un cuento que no querrás que termine.
Los orgullosos galos presumen —con fundamento— de su gastronomía, y es otro de sus puntos fuertes. Los restaurantes y bodegas locales ofrecen platos tradicionales como la tarta flambeada y el
choucroute, acompañados de
vinos blancos de la región, especialmente
el riesling y el gewürztraminer. ¿Te apetece una visita cultural después de almorzar? No te pierdas el
Museo Unterlinden, que alberga una impresionante colección de arte que incluye el famoso
retablo de Isenheim.
Es otro destino mágico durante las fiestas navideñas. Sus mercados, llenos de
luces y aromas de especias, son de los más encantadores de
Francia.
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Obséquiate la oportunidad de vivir una experiencia alsaciana en Colmar | Fuente: Canva[/caption]
12. Hallstatt, Austria
Situado junto a un
lago cristalino y rodeado de montañas,
Hallstatt es uno de los puntos estrella de
Austria y un símbolo de la
región alpina. Es conocido por su
antigua mina de sal, considerada una de las más antiguas del mundo y una pieza clave de su historia. Aquí, tendrás la posibilidad de explorar
túneles y aprender sobre la
importancia de la sal en la economía y cultura del pueblo. La
plataforma panorámica del Skywalk te obsequiará un horizonte con el
Hallstätter See y
los Alpes como protagonistas.
Maria am Berg, situada en una colina, es una de sus paradas obligatorias, porque no solo es una
típica iglesia gótica; en su interior te aguardan frescos, altares ornamentados y vidrieras, y en su exterior,
La Casa de los Huesos. Este osario es un relato conmovedor de su historia y de los problemas que planteaba el espacio limitado a la hora de enterrar a los difuntos.
Haz senderismo por las
montañas de Dachstein, planifica
paseos en barco por el lago o simplemente disfruta del entorno desde cualquier punto, incluso, ¿por qué no?, desde algún café mientras bebes un chocolate caliente.
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La torre de la iglesia se alza sobre Hallstatt | Fuente: Canva[/caption]
13. Santana, Madeira, Portugal
Nos alejamos un poco de la Península para viajar a la
isla de Madeira. Allí nos espera
Santana, conocido por sus coloridas
casitas de tejado de paja, uno de los símbolos identitarios de la región. El
parque temático, diseñado para explorar las tradiciones y la historia de la isla, es una de las atracciones favoritas de las familias que visitan este
pueblo portugués.
Su entorno te quitará el aliento. El
Parque Natural de Madeira posee rutas de senderismo que conducen a parajes únicos, como
las levadas, los famosos canales de irrigación. La
Levada do Caldeirão Verde es una de las más populares, con cascadas e imágenes espectaculares en cada tramo del recorrido. En el
Parque Forestal de Queimadas, único para relajarse en plena naturaleza, también caminarás con la flora local de fondo.
En el plano gastronómico, tendrás ocasión de degustar especialidades como el
bolo do caco, un pan tradicional que suele servirse con
ajo y mantequilla, acompañado de platos de
pescado fresco o espetadas, brochetas típicas de Madeira.
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Las típicas casas con techo de paja de Santana | Fuente: Associação de Promoção da Madeira[/caption]
14. Spiez, Suiza
Enclavado junto al
lago Thun y rodeado por los majestuosos
Alpes berneses,
Spiez es un
destino suizo cargado de historia. Su castillo, con 1.300 años de antigüedad, es patrimonio de importancia nacional. Esta fortaleza, que combina diversos estilos, se yergue con vistas al lago y posee un museo que recorre su larguísima historia.
Los aventureros recorrerán el lago Thun en
barco o kayak, o escogerán una de sus múltiples rutas de senderismo, como la del
Spiezberg. Los
viñedos no solo adornan las colinas, producen
vinos locales que tendrás la posibilidad de degustar en las bodegas de la zona.
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Spiez está rodeado de viñedos y los majestuosos Alpes berneses | Fuente: Canva[/caption]
15. Liérganes, España
La lista se cierra en la bella
Cantabria, donde nos aguarda
Liérganes. Rodeado de un frondoso verde y suaves colinas, es conocido tanto por su arquitectura variada como por la
mítica leyenda del Hombre-Pez.
Sus calles están adornadas con
edificios barrocos y neoclásicos, casonas montañesas y palacios indianos. La
iglesia de San Pedro Ad Vincula y el puente romano, que cruza el
río Miera, son paradas casi obligatorias para empaparnos de la historia de este rincón cántabro.
El
Balneario de Liérganes es famoso por las propiedades terapéuticas de sus
aguas termales, y mientras desconectas de la rutina en un ritual relajante, los más activos pueden recorrer las rutas de senderismo en los alrededores.
Hemos mencionado una leyenda, sí, la del
Hombre-Pez; parte del folclore local durante siglos. Según el relato,
Francisco de la Vega Casar, un joven del pueblo, desapareció en el río y años más tarde se le vio nadando en aguas lejanas.
En cuanto a su gastronomía, como era de esperar, no decepciona. Hínchate a
sobaos pasiegos y quesadas y disfruta de su repostería, el sello de la región.
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Liérganes y su icónico y antiguo puente romano | Fuente: Canva[/caption]