El fenómeno de
la hipersexualización infantil al que asistimos desde hace unos años tiene consecuencias. La
psicóloga Úrsula Perona trata aquí este asunto y nos explica lo que podemos hacer los padres para que nuestros hijos e hijas no se salten etapas de su desarrollo y disfruten de la inocencia propia de
la infancia.
Ver a niñas maquilladas e incluso con tacones en programas y series para menores, o en redes sociales, así como a niños que aparecen sin camiseta en pantalla mostrando una musculatura demasiado desarrollada para su edad, está siendo algo más común de lo deseable.
El boom de la moda y los cánones de belleza que se extienden por los perfiles virtuales afectan a los adultos y también a los niños, que cada vez tienen un
teléfono móvil propio y entran en las redes a una edad más temprana.
Y muchos padres nos preguntamos, ¿es esto adecuado para su edad? ¿
Van a ser mis hijos mayores antes de tiempo? ¿Hasta qué punto puede influir el eco de la moda en la infancia? ¿Acabarán teniendo una buena imagen personal de sí mismos?
Todas estas preguntas se engloban dentro del asunto que nos ocupa: la hipersexualización infantil, cada vez más presente en el mundo de nuestros hijos e hijas, y los problemas asociados a ella.
¿Qué es la hipersexualización infantil?
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Hay más chicas que chicos influenciados por este fenómeno | Fuente: Canva[/caption]
Hace referencia una exaltación de la sexualidad
como medio de obtención de un mayor valor social y lleva implícita una constante preocupación por el físico, por la imagen corporal.
Generalmente, este fenómeno repercute más en chicas que en chicos y es más frecuente durante la adolescencia, aunque cada vez es más común verlo aparecer en la primera infancia, por ejemplo, en
niñas que visten con ropa de mayor y exhiben conductas sensuales o provocativas.
¿Cómo puede afectar a mis hijos?
El hecho de que los medios difundan continuamente imágenes de niños con apariencia de adolescentes y adolescentes que parecen adultos puede afectar a su desarrollo natural.
1. Se saltan etapas
La primera consecuencia es que
se salten etapas naturales de desarrollo y empiecen a llevar a cabo actividades que corresponden a su edad, como seguir dietas, practicar el
skin care tan de moda ahora, o preocuparse por ir al gimnasio desde edades tempranas en lugar de dedicarse
al juego, imprescindible para su correcta evolución.
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El juego es muy importante en estas etapas | Fuente: Canva[/caption]
2. Cirugías precoces y problemas alimentarios
Este culto al cuerpo puede derivar en
cirugías estéticas a edades más tempranas o en problemas alimentarios como
anorexia y bulimia, debido a la ansiedad que genera esta continua preocupación por el físico asociado a la valía social.
3. Conductas sexuales prematuras
Otra consecuencia lógica es la posibilidad de que se despierte en ellos el
interés por conductas sexuales en etapas prematuras. Esto suele derivar en
una aproximación más violenta y distorsionada de la sexualidad, pues no tienen la maduración necesaria para gestionar este tipo de relaciones personales.
A veces los padres podemos detectar si empiezan a tener interés por esos asuntos durante la infancia o adolescencia temprana, puesto que nos hacen preguntas sobre el tema sin saber muy bien qué están indagando.
¿Qué podemos hacer los padres al respecto?
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Limita el acceso a las redes sociales a una edad apropiada | Fuente: Canva[/caption]
Evidentemente, meter a nuestros hijos en una burbuja para que no les afecte la hipersexualización de los menores que difunden los medios
no es la solución, entre otras cosas, porque sería imposible. Pero sí que podemos
tratar de neutralizar al máximo la influencia externa. ¿Cómo? Pues interesándonos por lo que leen y por sus gustos, y
filtrando lo que les llega a través de Internet con el uso de aplicaciones de control parental.
También es importante no permitir que tengan móvil propio antes de tiempo y prohibir el acceso a redes sociales hasta cierta edad, o sin supervisión cuando sean adolescentes.
Tratar de protegerlos de estímulos inadecuados es nuestra responsabilidad, al menos hasta donde podamos.
Hay que hablar mucho con ellos y escucharlos más. De esta manera les transmitiremos esos valores que deseamos. También conviene enseñarles a
ser críticos con la información que proviene de las redes. Una infancia pura, inocente y libre de estímulos inapropiados debe ser
un derecho, no un privilegio. Como padres tenemos que intentar protegerla, pues es una época fundamental en el desarrollo de nuestros hijos.