¿Alguna vez te has preguntado quién eres? ¿Qué es lo que te define? ¿Cómo te describirías ante un desconocido? Lo que da respuesta a todas esas preguntas es la identidad.
Úrsula Perona, psicóloga infantil, nos explica aquí este concepto y nos cuenta cómo vamos forjándola en
la adolescencia.
La identidad es "el conjunto de rasgos y características que nos hacen diferentes a otros y que nos definen en este momento y lugar en concreto" (Laing, 1961). Lo primero que hay que entender es que se considera un
fenómeno subjetivo, de construcción personal, que se elabora simbólicamente en interacción con otros.
También va unida a
un sentido de pertenencia a diferentes grupos socioculturales con los que de algún modo nos identificamos, pues consideramos que compartimos características en común. Todo este maravillo proceso en el que el ser humano se define a sí mismo se construye principalmente durante los años de la adolescencia. Pero claro, no es algo inmutable, ya que
se va modificando a lo largo de la vida.
Los cambios propios de esta etapa, germen de la identidad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adolescencia como el periodo vital que va desde los 10 hasta los 19 años. Durante esta etapa, la persona pasa por infinidad de
cambios físicos, psicológicos y sociales que serán los que conformen el adulto que será en el futuro.
Según
Erik Erikson, uno de los padres de la psicología del desarrollo, el mayor escollo que debe salvar un adolescente es, precisamente, el de establecer una identidad. Preguntas como ¿quién soy?, ¿qué hago en la vida?, ¿hacia dónde voy?, o ¿qué es lo que me hace diferente?, aparecen con ímpetu y giran en torno a este concepto. Pero ¿qué es lo que más influye en nuestros hijos a la hora de crearla?
¿Es simple rebeldía o un intento de que todo encaje?
En esta fase de la vida subyace un propósito fundamental: que el individuo adquiera
un compromiso de identidad del 'yo' y, por tanto, un aumento de confianza de su
autoconcepto.
El joven necesita confirmar que el modo en que se ve a sí mismo tiene
una coherencia, una continuidad con su pasado y que, además, esta imagen concuerda con la percepción que los demás tienen de él. ¿Qué ocurre cuando hay discordancia? Pues es bastante probable que surja la
rebeldía. Este es un rasgo que tradicionalmente se les atribuye a los adolescentes, pero lo cierto es que ni todos tienen por qué mostrarse así, ni todos tienen por qué hacerlo al mismo tiempo.
Los principales factores que ayudan a forjar la identidad
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Es una edad en la que surgen muchas preguntas sobre nuestra persona | Fuente: Canva[/caption]
1. Grado de madurez alcanzado
No todos maduran al mismo tiempo, por lo que no hay unos años concretos en los que todos descubran quiénes son.
2. El estilo educativo
La forma que los padres adoptamos al
comunicarnos con nuestros hijos e hijas, así como
la manera de establecer límites, influirá mucho en su forma de ser en el futuro. Así, los padres demasiado autoritarios tendrán hijos más dependientes y aquellos sobreprotectores fomentarán la falta de confianza en sus capacidades.
3. El contexto sociocultural
Hay aspectos predeterminados que también influyen en la formación de su identidad. Como su nombre y apellidos,
la zona geográfica en la que una persona nace, la época, la cultura y el sistema de valores familiares son factores que también tienen un peso importante.
4. La necesidad de adaptación social
La identidad del adolescente no solo se forja a partir de la imagen que tienen de sí mismos (su autoconcepto), ni de la que nosotros como padres tenemos de ellos. También tiene un gran peso
la manera en que lo ven los demás, sobre todo sus iguales. Necesitan establecer una serie de rasgos propios para poder desarrollar su personalidad y, finalmente, aprender conductas adaptativas para vivir en la sociedad.
5. Crisis personales, sociales o vitales
Las crisis por las que todos atravesamos, ya sean
personales, sociales o vitales, siempre suponen una oportunidad para el crecimiento personal y el autoconocimiento, por tanto, también contribuyen a forjar el carácter.
Cómo podemos ayudar los padres
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Saber que los queremos siempre y en cualquier circunstancia, esencial | Fuente: Canva[/caption]
Todos los padres intentamos orientar a nuestros hijos hacia lo que consideramos que es lo mejor para ellos. Y de lo que está en nuestra mano hacer para ayudarlos, hay tres aspectos que están fuertemente implicados en el desarrollo de la identidad:
1. Brindarles amor incondicional
Una persona amada sin límites por sus padres se aceptará a sí misma y será saludable emocionalmente.
2. Ofrecerles un buen sistema de valores
Transmitir un sistema de valores fuerte y bien cimentado sentará las bases de su moral, lo que redundará en beneficio de su concepto de sí mismo.
3. Alentar en ellos el pensamiento crítico
Enseña a tu hijo a pensar, a
cuestionarse las cosas que escucha o que lee, a hacerse preguntas, a mirar con curiosidad hacia sí mismo y hacia el mundo que le rodea.
4. Darles espacio y autonomía
Hay un último factor de suma importancia, y es el de
ser muy respetuosos en este proceso. Es decir, los padres y las madres debemos intervenir poco y no tratar de controlarlo todo. Seamos capaces de
dejar que las cosas sucedan, demos tiempo a nuestros hijos. Es esencial entender que su adolescencia no es como fue la nuestra. Que su rebeldía, su aislamiento o sus rarezas no tienen que ver con nosotros, sino que forman parte de un proceso que han de transitar por sí mismos.