Cuando un niño no recibe
el amor ni la atención afectiva que necesita durante su desarrollo, es muy probable que, al llegar a la edad adulta, afronte conflictos internos que le impidan disfrutar de una vida plena. De acuerdo con las conclusiones a las que han llegado los expertos en sus investigaciones,
crecer con padres ausentes emocionalmente tiene consecuencias: existe un alto riesgo de experimentar problemas para construir relaciones estables, presentar ciertos trastornos psicológicos y mostrar altibajos anímicos.
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Los efectos de tener padres ausentes emocionalmente
A continuación, exploramos las principales consecuencias que puede tener para un menor vivir con progenitores distantes en el plano afectivo:
1. Dificultades en las relaciones interpersonales
Las vivencias que se tienen en la infancia influyen de manera significativa en cómo nos relacionamos con los demás a lo largo de la vida. Si de pequeños nos sentimos queridos y protegidos, lo más seguro es que
repliquemos ese patrón afectivo en la adultez.
Pero si un niño se siente desprotegido, poco querido y valorado, tenderá a desarrollar
mecanismos de defensa, como la desconfianza excesiva. La consecuencia más probable es que termine estableciendo vínculos inestables y poco duraderos.
La psicóloga
Marian Carrero, licenciada por la Universidad de Jaén, afirma que este tipo de crianza
genera un apego inseguro, lo que, a su vez, provoca miedo al compromiso: “
Surge desconfianza, y por eso la idea de proyectar una gran carga afectiva en otra persona genera
temor a ser traicionado, a no sentirse valorado o, peor aún, a sentirse ignorado”, explica Carrero.
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La soledad y el sentimiento de abandono resultan muy dañinos | Fuente: Canva[/caption]
2. Miedo al apego y al amor
Quienes han vivido su niñez con padres ausentes emocionalmente suelen convertirse en adultos con serias
dificultades para establecer lazos afectivos o para dar y recibir amor.
La terapeuta
Tamara Hill, especializada en traumas infantiles, explica que mientras trabajaba en centros de atención a víctimas de abuso físico, psicológico y sexual, observó que muchos tenían
problemas para relacionarse tanto con compañeros como con cuidadores. “La confianza es un componente importante del vínculo emocional positivo. Cuando el niño no ha experimentado el amor, el afecto y la protección de un adulto cariñoso, es más probable que desarrolle defensas o
mecanismos de protección que de alguna manera lo mantengan separado de otras personas”, señala Hill.
3. Riesgo de desarrollar trastornos mentales
Los resultados del estudio
La ausencia paterna y el estado emocional depresivo en los hijos, publicado en la revista
Journal of Science and Research, indican que la falta de presencia parental puede llevar a los hijos a experimentar
ansiedad, depresión, baja autoestima y dificultades en las relaciones interpersonales. Además, se observa una tendencia a desarrollar conductas inadecuadas y problemas de identidad.
En la misma línea, en un
artículo de investigación publicado en la
Revista Colombiana de Ciencias Sociales, los autores concluyen que el rechazo por parte de los padres está asociado con
problemas de autoestima, dificultades en las relaciones sociales y una mayor propensión a sufrir trastornos emocionales.
El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y el Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP) son dos alteraciones que también aparecen con frecuencia en niños que crecen con padres desapegados.
El TLP se caracteriza por
sentimientos inestables, discusiones recurrentes, paranoia, sentimientos de culpa y explosiones de ira. Por su parte, el narcisismo lleva a
actitudes arrogantes y egocéntricas, provocando un distanciamiento afectivo con las figuras parentales. Según el
Colegio Oficial de Psicología de Madrid, sin un abordaje terapéutico adecuado, estos trastornos son susceptibles de afectar profundamente a la estabilidad mental y las interacciones sociales.
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El desapego y los conflictos dejan profundas huellas en los niños | Fuente: Canva[/caption]
4. Egoísmo
La falta de apego suele generar, asimismo,
actitudes egoístas. Hill comparte el caso de un niño de 10 años al que su madre no permitía usar su iPad después del colegio. Al investigar en las causas, llegó a la conclusión de que ella, que había sufrido abusos en su infancia, sentía la necesidad de 'proteger' lo poco que tenía, ya que de pequeña rara vez tuvo algo propio.
Este tipo de egoísmo no nace de maldad, sino de
la ausencia de cariño y de las carencias afectivas en el entorno familiar, lo que se convierte en fuente de conflicto durante años.
5. Uso de sustancias adictivas
Muchas personas que atraviesan este tipo de dolor acuden a sustancias como
el alcohol o las drogas para mitigar su malestar. Los expertos del
Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, dependiente del Ministerio de Sanidad, señalan que
las experiencias adversas en la infancia son un factor de riesgo claro para el consumo problemático en la juventud.
Aunque inicialmente hagan un uso recreativo o como automedicación, puede transformarse en dependencia, y agravar así aún más los conflictos en las relaciones personales y laborales.
6. Falta de identidad y orientación vital
Quienes crecen sin un soporte emocional sólido suelen tener
problemas de identidad y carecen de una brújula moral clara. Esto hace que estén más expuestos a dejarse llevar por
influencias externas y a establecer vínculos superficiales y poco duraderos.
Por el contrario, aquellos conocen su valor —porque sus progenitores se lo han enseñado— desarrollan un criterio más firme a la hora de elegir amistades o pareja.
7. Pérdida de esperanza y alegría
Otro efecto especialmente devastador es la pérdida de esperanza y felicidad. La
Fundación ANAR, dedicada a la ayuda a niños y adolescentes en riesgo, advierte que
la falta de apoyo emocional es uno de los factores que más influye en la salud mental juvenil en España. La imposibilidad de conectar con los padres causa un vacío profundo, y puede llevar la persona a estados depresivos e incluso a
ideaciones suicidas. Estas tendencias se agravan si van acompañadas de consumo de sustancias o entornos familiares conflictivos.
Es muy triste que la vida de un niño se vuelva tan difícil por la inestabilidad afectiva y la falta de disponibilidad de unos padres. Irónicamente,
esta carencia parece otorgar a este tipo de progenitores más 'poder' del que les corresponde y merecen.
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El dolor de no tener figuras de apego en las que apoyarse es enorme | Fuente: Canva[/caption]
Recordemos, para terminar, la importancia de proporcionar a los menores
un entorno cálido, lleno de amor y atención, que les permita crecer sintiéndose seguros y valorados. Solo así podrán desarrollar las habilidades necesarias para alcanzar su bienestar interno y construir vínculos afectivos duraderos.