La ansiedad en la infancia
Pues bien, en la etapa infantil también aparecen momentos y episodios de ansiedad. De hecho, es un tema de estudio de largo recorrido para los expertos en desarrollo evolutivo en la infancia. Se dan en sus contextos naturales de desarrollo: la familia, el colegio, los amigos y en el ámbito de las actividades a las que asisten fuera de horario escolar. Gracias a que en la actualidad se habla más y mejor de temas de salud mental, cada vez se comprende mejor que la ansiedad tiene un gran impacto en el bienestar emocional de los niños y las niñas. Conocer cómo funciona en ellos, cuáles son las diferentes formas en que se manifiesta y cómo se les puede ayudar a través de pautas guiadas por el conocimiento psicológico actual es el punto de partida para brindar a padres y madres formas efectivas de apoyo. Para empezar, les servirá para reconocer cuándo sus hijos presentan un trastorno de ansiedad y les capacitará para decidir sobre las primeras acciones que deben llevar a cabo, incluyendo cuándo hay que consultar con especialistas en salud mental infantil.Qué es la ansiedad
En primer lugar, sepamos que la ansiedad se considera una respuesta de adaptación de nuestro cuerpo a una situación que se percibe como una amenaza y puede suponer un peligro. Se trata de una respuesta de adaptación de carácter evolutivo, pues está integrada en nuestro sistema nervioso desde el inicio de la humanidad. Su objetivo era poner en alerta al individuo de los peligros que acechaban en un entorno hostil. Hoy, esa misma respuesta de ansiedad es la que hace que demos un paso atrás al oír el claxon de un coche porque íbamos descuidados al cruzar una calle. Pero en otras circunstancias, no existe un peligro tan real, y aparece, por ejemplo, ante situaciones como tener que realizar un examen en el colegio o en la universidad, en una entrevista de trabajo o incluso ante el hecho de estar en un lugar público muy concurrido.¿Cuándo se convierte en un problema?
La ansiedad se convierte en un problema cuando interfiere en la vida cotidiana de los niños de manera continua e intensa. Cuando perciben sensaciones físicas (fuertes palpitaciones del corazón, respiración agitada, sensación de mareo) muy molestas y cuando surgen pensamientos caracterizados por una excesiva preocupación sobre consecuencias catastróficas que pudieran ocurrir (suspender un examen, sentirse observado y juzgando por los compañeros cuando deben exponer un tema en clase, por ejemplo). Y si esta situación se perpetúa, el niño o la niña acaba evitando esos momentos, lugares o circunstancias en los que siente ese alto malestar. En este punto se puede decir que hay un trastorno de ansiedad y, derivado de él, un trastorno de pánico, que lleva implícita la creencia de que van a perder el control. Cuando este desorden ya está instaurado, el solo hecho de anticipar que algo va a salir mal o la mera aparición de los síntomas molestos va a llevar a una continua evitación de las personas, lugares o situaciones que los originan. Pero esto no hace sino perpetuar la respuesta de miedo y evitación. La respuesta desmesurada y desproporcionada ante una circunstancia, así como los síntomas fisiológicos que provoca (intensas palpitaciones, respiración agitada, sensación de mareo), y que consiguen mantener ese exceso de preocupación, son los que nos llevan a concluir que el niño o niña en cuestión puede estar presentando un trastorno de ansiedad.Cómo podemos identificar este trastorno
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- Molestias estomacales.
- Cambios del comportamiento.
- Irascibilidad.
- Solicitar la presencia continuada de su padre o madre en todo momento.
- Mostrar conductas como morderse las uñas, rascarse la piel y provocarse escoriaciones.
- Y, en general, un rechazo intenso a situaciones en las que notan una sobreexigencia y una sensación de desbordamiento.
Qué podemos hacer para ayudarles
¿Y qué pueden hacer las familias y los adultos de aquellos entornos dónde el niño desarrolla su actividad habitual? Buscar un momento propicio, sin prisas, con una escucha activa, sin prejuzgar lo que está sintiendo el niño, y mostrar un interés genuino por lo que le ocurre e intentar poner palabras en sus emociones. Este es el primer paso para que se encuentre confiado. Después, ya podemos tratar de comentar con él cómo podría afrontar alguna de las situaciones que tanto le agobian. Desde cómo conseguir reducir el exceso de preocupación tratando de no centrarse solo en las consecuencias catastróficas que se imagina, hasta cómo reducir en parte la intensa activación fisiológica, con ejercicios de respiración controlada mediante procedimientos muy estructurados que se encuentran en diferentes aplicaciones. No debemos olvidar, en cualquier caso, que a menudo resulta necesaria la consulta con un profesional de la psicología acreditado y colegiado que ofrezca a la familia el mejor asesoramiento y, en caso necesario, el tratamiento preciso para propiciar el bienestar emocional de su hijo o hija de cualquier edad.Aroa Borrás Barrachina Psicóloga General Sanitaria Francisco Conesa Beltrán Psicólogo Especialista en Psicología Clínica Autores del libro 'Pánico. Psicoeducación para el trastorno de ansiedad infantil'
¡Pánico! Psicoeducación para el trastorno de ansiedad infantil

