La crítica constante tiene un efecto negativo en nuestros hijos. Afecta a su
autoestima e influye en la forma en la que perciben a la sociedad. La ciencia ha estudiado
la reacción del cerebro de los niños ante los comentarios negativos y pone de manifiesto el gran daño que les produce a corto y largo plazo.
La manera en la que se relacionen con los adultos repercutirá en su personalidad, autoestima y seguridad en sí mismos. También tendrá un gran impacto en su
capacidad para socializar, cultivar amistades y enfrentar los retos de la vida.
Los efectos de la crítica
Cuando se vierten comentarios de juicio negativos hacia los menores de forma continua, se ven afectadas las zonas cerebrales relacionadas con
la comprensión de las emociones de los demás. Esta es la conclusión a la que se llegó en una
investigación realizada por el equipo de Neurociencia de la Universidad de Binghamton, de Nueva York.
Para conocer la reacción del cerebro de los niños ante las valoraciones negativas, fueron estudiados un total de 87 menores con edades comprendidas entre los 7 y los 11 años.
Pidieron a los padres que les hicieran comentarios de reproche durante cinco minutos. Al mismo tiempo, los niños observaban una serie de imágenes de rostros que expresaban distintas emociones.
Se descubrió que los hijos con padres fuertemente críticos
prestaban menos importancia a las emociones de los rostros. Y no distinguían entre gestos de empatía o rechazo.
En resumen, los menores que reciben juicios de valor negativos frecuentes son menos sensibles a las emociones de los demás.
“Este comportamiento podría afectar a sus relaciones interpersonales y ser una de las razones por las que los niños expuestos a altos niveles de crítica
corren el riesgo de sufrir de depresión y ansiedad”, destaca la investigación.
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El sentimiento de tristeza es frecuente en los niños que son continuamente criticados | Fuente: Canva[/caption]
El cerebro se 'desconecta'
Los menores con un progenitor que los juzga constantemente
aprenden a utilizar estrategias de evasión emocional para librarse del dolor y los momentos desagradables. Es una reacción del cerebro de los niños involuntaria, pero que a veces permanece durante toda la vida.
Es un mecanismo de protección que produce una
'desconexión' de nuestra mente para intentar huir de los comentarios que hieren. Los adultos tenemos una reacción similar cuando queremos escapar de una reunión incómoda o aburrida, pero no podemos hacerlo.
Sin embargo, la incapacidad para percibir las emociones en el rostro de las personas es un problema para la socialización, debido a que las amistades y las relaciones amorosas se basan en la empatía.
Si un niño no sabe responder adecuadamente ante los sentimientos de los demás, tendrá dificultades para hacer amigos e incluso para
mantener una relación saludable con sus familiares.
Corre el riesgo de convertirse en alguien solitario, egocéntrico y egoísta. Además, aumentan las probabilidades de sufrir ansiedad y depresión.
Cuando derivan en maltrato
Lamentablemente, existen padres que descargan sus frustraciones en sus hijos. Los reprenden con dureza por cada pequeño error que cometen, muchas veces sobrepasando los límites del maltrato infantil.
Según un
artículo de la Organización Mundial de la Salud “el maltrato causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo cerebral temprano. Los casos extremos de estrés pueden
alterar el desarrollo de los sistemas nervioso e inmunitario”.
Las personas que han sido heridas verbalmente durante la infancia corren el riesgo de padecer:
- Depresión
- Ansiedad
- Abuso de alcohol y drogas
- Obesidad
- Desviaciones sexuales
- Alteraciones nerviosas
Debido a estas consecuencias, el atropello verbal predispone —directa o indirectamente— a desarrollar cáncer, enfermedades cardíacas, infecciones de transmisión sexual e incluso tendencias suicidas.
Consecuencias de las críticas destructivas
Los padres 'tóxicos' pueden ocasionar graves daños emocionales a sus hijos mediante las palabras hirientes. Estas son las consecuencias del maltrato verbal:
1. Ansiedad y depresión
Si el niño crece con el temor de que cada pequeño error produce la ira de sus padres, se convertirá en
una persona asustadiza incapaz de realizar ninguna tarea con seguridad.
Necesitará la aprobación de los demás para sentirse bien. Esto hará que se muestre ansioso por agradar a los demás de cualquier forma. Cuando no lo logre, surgirá frustración y depresión.
2. Baja autoestima
Cada crítica destructiva es un golpe a la confianza y la autoestima de tu hijo, al producir
emociones de inseguridad, enfado o tristeza. Quienes no se valoran, difícilmente pueden crear lazos afectivos de larga duración y tienen problemas para socializar.
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A nadie le gusta sentirse continuamente corregido | Fuente: Canva[/caption]
3. Pesimismo
Los reproches frecuentes de los padres van apagando el brillo del niño. Incluso podrían perder la ilusión infantil. Si los adultos le hacen sentir que siempre mete la pata, se marchitarán sus ganas de aprender en el colegio, conocer un nuevo parque o jugar con sus amigos.
En qué consiste la crítica constructiva
El equilibrio es clave de una paternidad saludable. Si somos demasiado estrictos, nuestros hijos crecerán como personas temerosas, pero tampoco podemos permitirles hacer todo lo que quieran.
En nuestro rol como formadores debemos usar las críticas constructivas para orientarlos en las distintas áreas de su vida y mostrarles aquello que están haciendo mal. Así evitaremos que la reacción del cerebro de los niños sea negativa.
Pero también es preciso
evitar convertirnos en padres sobreprotectores. De este modo correríamos el riesgo de querer hacer todo por ellos o de tratar de modificar su personalidad innata.
Veamos algunas claves para brindar opiniones que resulten edificantes para nuestros hijos:
1. No juzgar
No es posible considerar positivo un comentario que vaya cargado de juicio. Para ello, conviene evitar frases como
“no haces nada bien”, “eres un inútil” o “siempre te equivocas”. La reacción del cerebro de los niños ante las apreciaciones malintencionadas es nociva. Y puede traer consecuencias para toda la vida.
2. Ofrece soluciones
La manera adecuada consiste en explicarles en qué podrían mejorar o apuntarles algún error que estén cometiendo. Y hacerlo de forma amable y cariñosa. Seamos hábiles en
señalar aquello que realmente valga la pena, y no estemos opinando todo el tiempo sobre cualquier pequeño detalle de su vida.
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Aprovecha para elogiar de algún modo a tu hijo también cuando le señales algún error | Fuente: Unsplash[/caption]
3. Comentarios positivos
Una buena manera de hacer críticas positivas consiste en incluir elogios y frases de reconocimiento. Por ejemplo, “eres muy inteligente”, “estoy orgulloso de ti” o “eres brillante”.
La autoestima de los niños depende directamente del trato de sus padres.
4. Escucha antes de opinar
Es importante escuchar lo que quieren expresar nuestros hijos antes de hacer cualquier valoración. Con frecuencia cometemos el error de emitir juicios de valor sin estar bien enterados de la situación.
Por ejemplo, si lo ves realizando un ejercicio extraño con el balón de fútbol, pregúntale por qué lo hace antes de opinar. Quizás sea un nuevo movimiento que le ha enseñado su entrenador o está practicando una forma diferente de driblar a los defensas.
Prueba
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