Me encanta la facilidad de síntesis de los americanos. Tienen una capacidad abrumadora de simplificar lo más complicado. Sí, con la crianza, también lo hacen. Con un nombre son capaces de definir los
distintos estilos de parenting o forma de relacionarse y educar a los hijos pese a lo compleja que resulta esta relación.
Así, pueden describir a las
Tiger Mom, esas madres tigre que mantienen una educación hiperdisciplinada y con un claro enfoque competitivo hacia los resultados académicos, independientemente de las necesidades emocionales o individuales de sus hijos. O a las
Jellyfish Mom que se sitúan en el otro extremo. Esas madres medusa que por su laxitud y permisividad, no marcan límites y dejan en manos de sus niños todas las decisiones, sin considerar los efectos y consecuencias de las mismas. Es decir, un estilo de educación autoritario y su polo opuesto, el permisivo.
Pero no todo son extremos. También está la
Helicopter Mom, que sobrevuela como un helicóptero vigilando a sus hijos como único objetivo, monitorizando cada decisión, resolviendo sus problemas y haciendo suyo sus éxitos y fracasos. De este tipo de madre hipercontroladora, sobreprotectora y perfeccionista resultan hijos insatisfechos con baja autoestima, carentes de autonomía y experiencias de vida.
Los distintos modelos de crianza tienen sus propias aristas. La implicación parental se manifiesta de forma diferente en cada uno de ellos, pero todos comparten un factor común, no se tiene en cuenta la perspectiva del niño. No se considera la
necesidad individual del niño, coartando su desarrollo como persona.
Con el exceso de información que tenemos, hay veces que
vamos de un estilo de crianza a otro en un solo día. Cansados de luchar con nuestros hijos, cedemos en cosas que no deberíamos y, por otro lado, nos aferramos a decisiones no importantes en las que deberíamos negociar. Entretanto, nuestros hijos crecen sin tener claro cómo será la madre o el padre que tendrán ese día y a su vez ellos se confunden.
No creo que tenga que ser una opción u otra, ni que necesitemos ponerle etiquetas.
¿Dónde está el término medio?
Para mí el estilo de educación que funciona es el del
sentido común. Dando espacio a nuestros hijos para que se desarrollen y crezcan como personas. Dejando que luchen, se decepcionen, comentan errores y así aprendan. Marquemos límites y hagamos que se responsabilicen de sus actos y que experimenten las consecuencias que tienen, tanto positivas como negativas. Tenemos que usar el sentido común y ajustar las responsabilidades que les damos a cada edad.
Pensemos qué presencia queremos tener en el
crecimiento de nuestros hijos. Como dicen los especialistas: “Si nos convertimos en amigos de nuestros hijos, los dejamos huérfanos”. Supongo que lo más enriquecedor para mí y para mis hijos es escucharles, darles amor incondicional, establecer límites claros, saber qué batallas pelear y proporcionarles momentos inolvidables compartidos.
Y tú, ¿qué tipo de madre eres?
Prueba
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