¿Cómo lo podemos gestionar?
1. Abordarlo desde la comunicación y el respeto
Preguntar será fundamental. Hay que expresar una curiosidad genuina sobre cómo se sienten y mostrarnos dispuestos a escuchar lo que nos quieran contar sin juzgarles ni forzarles. El respeto será clave, puesto que es muy probable que no siempre compartamos lo que nos cuenten. A pesar de que sean nuestros hijos, los gustos e intereses son muy diversos. Por ello, a menudo, el solo hecho de comprenderlo nos supone un esfuerzo. Pero tratar de entender por qué han escogido a esa persona será esencial.2. Asumir que son seres independientes
Aunque nos cueste, tenemos que entender que ellos deben tomar sus propias decisiones y necesitan cometer sus propios errores para aprender. Y no olvides que algunas parejas son pasajeras. Quizás os ayude conectar con vuestra historia personal; recordad cómo os sentíais cuando trataban de imponeros algo o cuestionar lo que decidías cuando tenías su edad. A nadie le gusta que le cuestionen, se esté equivocando o no.3. Evitar caer en los prejuicios
Este punto también es básico. Resulta muy necesario que tomemos conciencia de nuestras propias expectativas y prejuicios para no volcarlos en ellos. Intentar abrir nuestra mente para conocer a la persona elegida; si nuestro hijo o hija la trae será por algo. Por supuesto, caer en la crítica tampoco ayudará, sino todo lo contrario; por lo tanto, habrá que evitarla.4. Darnos tiempo
Las primeras veces suelen suponer un reto y enfrentarnos a estas situaciones suele resultar complicado. Es normal que en tales circunstancias se despierten en nosotros ciertos miedos e inseguridades que tenemos como padres, como ese temor a perderlos. Por eso mismo, debemos darnos un margen.5. Dárselo también a la pareja
Brindémosle a esa persona la oportunidad de conocerla. Algunos necesitan más tiempo para abrirse o sentirse cómodos. Será importante dedicar momentos de calidad para acercarnos a quien ellos han escogido.6. Qué pasa si advertimos problemas
Cuando observamos comportamientos dañinos por parte de la pareja o que la relación que mantienen presenta tintes tóxicos, la tendencia natural es tratar de alejarla y sobreproteger a nuestro hijo o hija. Conviene evitarlo, pues muy probablemente así solo conseguiremos que se distancie de nosotros. Ayudará, por el contrario, el mostrarnos cercanos, que sientan que pueden confiar en vosotros, sin presionar ni juzgar.7. ¿Y si la situación es más grave?
Si el asunto toma un cariz verdaderamente serio, por ejemplo, en el supuesto de que nos conste que nuestra hija está sufriendo malos tratos —físicos y/o psicológicos—, será fundamental que los padres actuemos como equipo manteniendo la calma y no dejándonos guiar por las emociones. Recordad que debéis ser un apoyo y buscará en vosotros esa ayuda que tanto necesita. El contactar con un profesional que nos guíe puede resultar beneficioso y también solicitar ayuda psicológica o especializada para ella, si accede a recibirla. No caer en las regañinas; hay que tener presente que es una víctima que está sufriendo. Habrá que ayudarla a tomar conciencia de la gravedad de lo que ha ocurrido o está ocurriendo y, si no se ha producido ya, acompañarla en el proceso de ruptura. No aislarla, ni minimizar los hechos. Y, si se considera necesario, denunciad. Sin duda, como padres y madres, tenemos que estar alerta de lo que pasa en la vida de nuestros hijos, pero sin olvidar que no podemos controlarlo todo. Muéstrate cercano, respetuoso y comunicativo; de esta manera será más fácil que nos hagan partícipes de lo que está sucediendo con sus relaciones. Si se os plantea una situación complicada de gestionar o no sabéis cómo actuar, lo mejor será contactar con un profesional que os pueda asesorar.Olga Fernández-Velilla Lapuerta Psicóloga general sanitaria Especialista en terapia de familia
