El rencor es un sentimiento profundo de reproche y hostilidad hacia alguien o algo, surgido como respuesta a un daño percibido. Suele experimentarse ante una injusticia, traición o decepción, y aunque es una reacción humana normal y universal, es importante saber que cuando se enquista, genera mucho sufrimiento y odio. Por eso, como padres y educadores, debemos enseñar a los niños rencorosos estrategias saludables para afrontar ciertas situaciones con actitud resiliente y positiva ¿Cómo hacerlo y qué tener en cuenta?
Adolescentes y niños rencorosos: 5 estrategias para ayudarlos a gestionar sus emociones
Si bien el rencor pueden experimentarlo tanto los adultos como los menores, es en la infancia y adolescencia cuando se interioriza de una forma más intensa y dañina.
En el caso de los niños, al tener más limitadas sus habilidades para comprender y manejar las emociones, es más probable que muestren dificultades para contextualizar sus experiencias y entender las acciones de los demás, lo que podría avivar y alargar la duración del resentimiento.
Pero es durante la adolescencia cuando tiende a manifestarse más profundamente que en otras etapas de la vida. Esto se debe a una combinación de factores, como las continuas alteraciones en el estado anímico —que les hacen más sensibles y vulnerables a las injusticias y al dolor—, la búsqueda de identidad, y la exposición a situaciones nuevas y desafiantes.
Guiar a los hijos para que sepan expresarse de una manera constructiva, lidiando contra el rencor, la hostilidad o la rabia, es vital para un desarrollo mental y personal saludable. Estas estrategias pueden ser de gran utilidad:
1. Validar las emociones
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Todas las emociones son válidas y necesarias, aunque hay que aprender a gestionarlas para no dañar a los demás ni a nosotros mismos. Por eso, el primer paso es validar las que sienta tu hijo y reconocer su resentimiento, sin restarle importancia, ni juzgarlo por ello.
Brindarle un espacio seguro donde expresarse y procesar lo que está experimentando favorecerá la reflexión y le ayudará a fortalecer la autoconfianza para abordar los problemas de una manera positiva.
2. Guiar en un ejercicio de reflexión
Plantéale preguntas que le inviten a reflexionar, y guíale en un análisis honesto de las repercusiones negativas de su reacción. Este ejercicio le permitirá entender que el rencor no conduce a nada, y que lo más inteligente es dejarlo marchar.
Puedes preguntarle cosas como:
- ¿Qué sientes cuando se despierta tu hostilidad hacia alguien?
- ¿Esta emoción te hace sentir bien, o te pone triste y te llena de rabia?
- ¿Cómo es tu estado de ánimo ahora mismo?
- ¿Has notado algún cambio en tus relaciones desde que estás así?
- ¿Alguna vez has visto a alguien perdonar a una persona? ¿Qué efecto crees que tuvo en ellos ese gesto?
- ¿Cómo te gustaría que se sintiera tu corazón?
- ¿Estarías más feliz y tranquilo si esta situación pasara? Si es que sí, ¿qué está en tu mano hacer para que las cosas cambien?
3. Practicar la empatía
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La empatía es muy importante y debemos fomentarla desde la infancia más temprana, pues ayuda a afrontar los conflictos de una manera saludable, a considerar otras perspectivas y a relativizar la situación. Practicar esta habilidad va a favorecer el desarrollo de una mayor comprensión y tolerancia hacia los demás, lo que reducirá su sensación de reproche y les hará entender mejor las motivaciones y circunstancias de quienes les han lastimado.
4. Promover el perdón y la reconciliación
Es fundamental inculcar a los niños el poder sanador del perdón. Muestra cómo pedir disculpas sinceras y cómo aceptar las de los demás sin volver a revivir lo ocurrido. También puede ser positivo trabajar en la restauración de la relación dañada mediante actividades que promuevan el arrepentimiento, la comprensión y la solidaridad, y fomenten la reconciliación.
5. Enseñar habilidades de afrontamiento positivo
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Sin embargo, más allá del perdón y la reconciliación, también es necesario enseñar a los menores a manejar el estrés y la adversidad para evitar que el reproche se arraigue, y aprendan a cultivar una mentalidad resiliente y positiva. Esto puede incluir ejercicios de relajación y respiración consciente, técnicas de resolución efectiva de los problemas o pautas para mejorar su comunicación asertiva.
En resumen, educar a nuestros hijos e hijas para que el rencor no domine sus vidas no solo les permitirá desarrollarse emocional y plenamente, al sentirse mejor consigo mismos y con los demás, sino que también les capacitará para abordar los desafíos, y cultivar una mentalidad de perdón y compasión.
