¿TDAH, trastorno de acumulación compulsiva o conducta dentro de la normalidad?
Unas dudas iniciales que no están carentes de sentido, puesto que los síntomas de ciertas patologías psicológicas pueden derivar en conductas similares. Sin embargo, si atendemos a los detalles, no resultará complicado diferenciar entre la existencia de alguno de ellos o la de una actitud, si bien poco deseable, dentro de la normalidad.TDAH
Uno de esos casos confusos es el de los niños con TDAH, que tienden a caracterizarse, entre otros muchos rasgos, por su dificultad para organizar sus cosas. Factor que provoca que muchas veces sus cuartos presenten un estado caótico, fruto de sus problemas de memoria funcional, de planificación, control de impulsos y concentración. [caption id="attachment_508298" align="aligncenter" width="700"]
- La hiperactividad, manifestada por un exceso de movimiento en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo y en diferentes ámbitos. A esto se une que son menores que suelen hablar en exceso y producir demasiado ruido durante actividades tranquilas.
- La impulsividad, marcada por la impaciencia o dificultad para aplazar respuestas o esperar su turno. Los niños con TDAH a menudo interrumpen y dan contestaciones precipitadas antes de que las preguntas hayan sido completadas. En general, se caracterizan por actuar sin pensar, no evaluando las consecuencias de la conducta, una línea que traspasa el ámbito de mantener sus cosas ordenadas.
- El déficit de atención, que les genera incapacidad para centrarse en ocupaciones que suponen un esfuerzo mental sostenido. A menudo parecen no escuchar y les cuesta seguir órdenes e instrucciones. Además, tienen dificultades para organizar tareas y actividades, y tendencia a los olvidos y a perder objetos.
Trastorno de acumulación compulsiva
Los niños desordenados también pueden llevarnos a cuestionarnos si tienen o no un trastorno de acumulación compulsiva. Pero la respuesta no la encontraremos en el mero hecho de acumular objetos sin ninguna organización, sino en lo que sienten hacia ellos y en su reacción cuando alguien quiere deshacerse de alguno de esos artículos. Así lo explica el doctor Jerry Bubrick, psicólogo clínico del Child Mind Institute, que indica que, si nuestros hijos no poseen dicho trastorno, no se molestarán cuando ocasionalmente limpiemos su estancia y guardemos sus cosas. Por el contrario, los acumuladores compulsivos se sentirán atacados o, según compara el experto, como si hubieran perdido un hermano, dado que, para ellos, “una posesión es como un ser querido”.Consejos para enseñar a nuestros hijos a mantener ordenada su habitación
A los niños desordenados les cuesta recoger por una razón mucho más sencilla y que no implica la existencia de ningún desorden. Sencillamente, no lo hacen porque es una tarea aburrida que, generalmente, implica el final del tiempo de juego. Por supuesto, eso no supone que debamos resignarnos. Nuestra misión, de hecho, pasará por enseñarles a mantener una mínima organización en sus espacios vitales. Para terminar alcanzando el éxito, es importante tener en cuenta las siguientes acciones:1. Explicarles por qué deben recoger y ordenar
En primer lugar, deben saber que no se trata de un capricho por nuestra parte, sino que existen motivos de peso para no dejar que su habitación sea un caos. De mantenerla así, pueden tropezarse con los objetos y hacerse daño, no encontrar sus juguetes cuando los necesiten o que estos se deterioren por conservarlos inadecuadamente.2. Intentar que se responsabilicen de su desorden poco a poco
Durante sus primeros años de vida, nos costará conseguir que nuestros hijos se encarguen en solitario de organizar sus cosas. Es algo completamente normal debido a sus todavía precarias capacidades. Sin embargo, hacia los 6 o 7 años es buen momento para aprovechar su mayor autonomía y hacerles ver que se trata de una tarea incluida dentro de sus responsabilidades. Eso sí, no pretendamos que nuestras consignas funcionen a la primera. Se trata solo de un punto de partida sobre el que seguir trabajando durante las etapas posteriores. [caption id="attachment_496624" align="aligncenter" width="700"]
3. No hacer las cosas por ellos
A lo largo del proceso, tendremos que echarles una mano de vez en cuando. No es nada negativo, pues además de mostrarles cómo proceder estaremos representando un modelo válido al que imitar. Lo que nunca debemos hacer es acometer sus tareas nosotros, un camino que les impedirá aprender y les convertirá, a la larga, en individuos dependientes.4. Adaptar su cuarto para allanarles el camino
Otra manera de facilitarles las acciones es disponer los diferentes elementos de su habitación de manera que queden adaptados a sus posibilidades. Por ejemplo, no podemos pretender que cuelguen una prenda en un armario que no llegan a abrir o que guarden los juguetes en un maletero pegado al techo. Es importante, por tanto, ofrecerles alternativas compatibles con sus dimensiones.5. No ofrecer recompensas ni castigar
La crianza basada en los castigos y las recompensas no es efectiva. Por tanto, tampoco dará resultado en este caso la intimidación o las promesas de regalos tras completar sus obligaciones. Es mucho más efectiva, en cambio, la privación de privilegios.
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