Primer paso, construir la estructura
Para poner en marcha la iniciativa es necesario recurrir, en primer lugar, a la imaginación y la creatividad, terrenos que también poseerán una importancia destacada a lo largo del resto la experiencia. Elegiremos un recipiente no demasiado pequeño, como una caja o un tarro, cuya decoración dejaremos al criterio de los niños. [caption id="attachment_473516" align="aligncenter" width="700"]
Cómo funciona la Máquina de las sonrisas
Cuando esté todo preparado, debemos llenar el contenedor con papeles o cartulinas, cada una de las cuales contendrá un recuerdo o suceso que le haga gracia al niño en cuestión. La edad recomendada de la propuesta, cualquiera superior a los 4 años, permite que el desarrollo de los jóvenes participantes sea suficiente como para tener claras estas cuestiones. Por tanto, serán ellos mismos los que tengan que hacer memoria y recopilar tantos pensamientos que les provoquen risa como recuerden. Un ejercicio que habrá que repetir periódicamente, introduciendo en la Máquina de las sonrisas nuevas referencias a situaciones divertidas que se vayan descubriendo en el día a día. A su vez, nosotros podemos incorporar ideas de las que puedan haberse olvidado, potenciando el factor sorpresa durante la siguiente fase. [caption id="attachment_473517" align="aligncenter" width="700"]
De qué maneras puede beneficiar a los niños
Llegó la hora de ir extrayendo los recuerdos más tronchantes para el niño, un momento al que podemos dedicar el final de cada jornada. Por muy dura que esta haya sido, finalizarla con una sonrisa en la boca les ayudará a adoptar posturas más optimistas y a superar así los obstáculos que se les presenten con mayor suficiencia. Esa predisposición positiva marcará, a medio y largo plazo, una deriva ascendente en la autoestima infantil, enfocando la mente en buscar soluciones en lugar de en lamentarse por los tropiezos. Además, puede ayudar a nuestros hijos a valorar, en su justa medida, las cosas buenas que acontecen cotidianamente y a agradecer y aprovechar las oportunidades que se abren ante sus pies. Involucrar al resto de miembros de la familia es una gran idea capaz de incentivar un sentimiento de empatía colectivo. Y es que compartir todo lo que nos resulte divertido con los niños dará pie a que ellos hagan lo mismo, un ciclo recíproco que incrementará su confianza hacia nosotros e intensificará los vínculos paternofiliales.
Prueba
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