Este 2025, Sapos y Princesas cumple 20 años. Dos décadas promoviendo el tiempo en familia, inspirando a padres y madres a crear recuerdos inolvidables con sus hijos, y recordando que la mejor inversión que podemos hacer en su infancia es nuestra presencia. En estos años, he aprendido que no se trata solo de estar, sino de compartir experiencias reales, de vivir momentos que nos unan y que, con el tiempo, se conviertan en el tesoro emocional de nuestros hijos. Los viajes y escapadas son oportunidades perfectas para reconectar, alejarnos de las rutinas y disfrutar juntos sin las prisas. Pero para que realmente sean momentos especiales, hay que planificarlos con intención. No se trata solo de viajar, sino de vivir cada etapa —antes, durante y después— como parte de la experiencia en familia.

Antes del viaje: la ilusión compartida

La aventura comienza mucho antes de hacer las maletas. La planificación del viaje no debería recaer solo en los adultos, sino convertirse en un momento para involucrar a todos. Hablar sobre el destino, investigar juntos las actividades que se pueden hacer y dejar que cada miembro aporte sus ideas genera un sentido de pertenencia y entusiasmo. Algo tan sencillo como crear juntos una lista de deseos para el viaje, organizar en familia los preparativos o permitir que los niños decidan ciertas actividades, ayuda a que todos se sientan parte de la experiencia y la vivan con mayor ilusión.

Durante el viaje: desconectar para conectar

Viajar en familia no es solo visitar nuevos lugares, sino aprovechar la oportunidad de conectar de verdad. Para que eso suceda, es clave desconectarnos de lo que nos distrae en el día a día: los horarios rígidos, las preocupaciones laborales y, sobre todo, las pantallas. Cuando estamos en un entorno nuevo, con la familia reunida, podemos abrir espacios de conversación y compartir momentos que en la rutina muchas veces dejamos de lado. Caminar juntos, probar comida diferente, explorar rincones desconocidos o simplemente disfrutar de un atardecer sin prisas crea tiempos de calidad que fortalecen los vínculos. No hace falta que el plan sea perfecto. A veces, los mejores recuerdos nacen de los imprevistos: perderse en una ciudad nueva, un pícnic improvisado en la playa o una conversación inesperada mientras se espera un tren. Lo importante no es la foto perfecta, sino la emoción que queda en la memoria.

Después del viaje: alargar la magia

Cuando el viaje termina, la experiencia no tiene por qué hacerlo. Una manera de prolongar la emoción y reforzar el vínculo familiar es recordar juntos los momentos vividos. Hacer un álbum de fotos, escribir un diario de viaje o incluso cocinar en casa un plato típico del destino visitado ayuda a que esos recuerdos se mantengan vivos. Además, compartir lo mejor del viaje nos permite valorar lo vivido y darnos cuenta de que lo más significativo no ha sido el lugar, sino la compañía.

Los recuerdos que realmente cuentan

En estos 20 años al frente de Sapos y Princesas, he visto una y otra vez cómo las experiencias compartidas dejan una huella profunda en la infancia. Mis hijos, que fueron el motor que me llevó a iniciar esta aventura, son ahora adultos y me han demostrado que todo el tiempo compartido ha valido la pena. Verlos crecer con una conexión fuerte con su familia y valores sólidos me confirma que estar presentes es el mejor regalo que podemos darles. Por eso, cada puente, cada escapada, cada viaje en familia es una oportunidad de compartir y crear recuerdos en familia. No se trata de grandes destinos ni de presupuestos elevados, sino de compartir tiempo de calidad.