La comida es la gasolina del cuerpoAsí, crecí comiendo básicamente alimentos frescos. Sí, frutas, verduras y poco consumo de carnes. Eso no quita que, siendo argentina, tomáramos un buen asado junto a la familia y amigos los fines de semana. Las carnes las preparaban a la plancha o a la brasa, pero rara vez fritas. Las comidas 'especiales', las que se nos antojaban, las dejábamos para cuando salíamos fuera de casa. Recuerdo que en algún momento, llegó a las manos de mis padres un estudio sobre el azúcar blanco y empezamos a sustituirlo por azúcar moreno y miel. Más natural y menos perjudicial. En casa no se encontraban productos procesados, algunas galletas de vez en cuando, y solamente se tomaban bebidas gaseosas cuando venían visitas. Algunos pensarán “¡Qué triste!”, pero yo nunca tuve la sensación de que me estaba privando de nada. Era la forma de comer en casa y se convirtió en un hábito. El mismo hábito que el de cepillarse los dientes todos los días. Sabemos que es importante preservar la salud de nuestros dientes y de nuestras encías. A los niños pequeños les cuesta comprenderlo, sobre todo porque no saben lo que es tener una caries ni lo que supone ir al dentista. Pero nosotros como adultos sí, y eso es lo que intentamos explicarles. Y no es negociable.
La alimentación es uno de los hábitos más importantes que se fijan en la infancia, porque de él depende la salud que tendrán nuestros hijos cuando crezcanAsí como no dejamos que nuestros hijos decidan sobre su higiene, ni cedemos ante sus berrinches cuando pasan por la época en la que parece que el agua de la ducha les diera alergia, no debemos entrar en el juego de la negociación con la comida. La alimentación es uno de los hábitos más relevantes que se fijan en la infancia, porque de él depende la salud que tendrán nuestros hijos cuando crezcan. Pese a esto, hoy en día, la obesidad está considerada pandemia, y afecta a niños cada vez más jóvenes. Entonces, ¿no deberíamos plantearnos cómo estamos enseñando a nuestros hijos a alimentarse? Tal vez este sea el último empujón que necesitamos para cambiar nosotros también nuestros hábitos alimenticios en casa. Comer es un placer, no lo niego. Para mí, sentirse sano y a gusto, lo es aún más.
