La estrategia que debemos evitar
El ciclo ignorar-molestar-gritar-castigar funciona más o menos de la siguiente manera:- Primero, pretendemos que no nos damos cuenta del mal comportamiento del niño, esperando que dejen de hacerlo solos.
- Por supuesto, lo anterior no funciona, así que lo siguiente es intentar decirle al niño que no haga esto, ni aquello.
- Lo siguiente ya es ponerse a gritar y a reprender al niño por no hacer lo que se le dice.
- Cuando esto no produce el efecto deseado, nos enfadamos muchísimo e imponemos un castigo exagerado. Este último paso es cómo una rabieta de padre.
Por qué interrumpir para educar
1. Porque ignorar no funciona
SI ignoramos el comportamiento del niño mandamos el mensaje de que ni estamos en contra ni a favor de este mal comportamiento. O, al menos, ese es el mensaje que esperamos enviar. Pero en lugar de eso, el niño puede interpretar este silencio como que no queremos darle nuestra atención o preocupación o incluso que lo rechazamos. Esto puede hacerle daño. Por otro lado, puede interpretarlo como que significa que aprobamos el comportamiento o, al menos, lo toleramos. Como mamá no ha dicho que está mal, es que está bien. Incluso si nuestros hijos interpretan el mensaje que tratamos de enviar correctamente, no sabe lo que queremos que haga en lugar de ese comportamiento. En otras palabras, ignorar a nuestros hijos no define un comportamiento mejor ni les da normas sobre cómo deberían comportarse en veces sucesivas. En lugar de ignorarle cuando haga algo con lo que no estemos de acuerdo, debemos interrumpirle, interrumpir para educar. Por ejemplo, si los niños se están peleando por un juguete, podemos separarlos y retirar el juguete de la sala. O si nuestro adolescente se sienta a la mesa con las manos sucias, podemos retirarle el plato y señalarle las manos. Si necesitamos indicar verbalmente lo que se espera de ellos, lo diremos una sola vez, claramente.
2. Porque dejarse llevar por el enfado y gritar no conduce a nada
¿Por qué es importante reducir el número de palabras cuando se educa a un hijo? Porque las palabras son como ruedas. Cada vez que rozan el pavimento se desgastan y al final se vuelven ineficientes a la hora de llevar el coche. Si utilizamos palabras continuamente, se volverán menos eficientes para conducir a nuestros hijos. Con el tiempo, perderán su fuerza y no tendrán efecto. Es tan poco efectivo el padre que habla mucho como el padre que da órdenes como un sargento. Para romper el hábito de gritar, debemos evitar abrir la boca hasta que estemos lo suficientemente calmados para hablar a un volumen normal y en un tono cordial. Muchas veces, para calmarse es necesario pasar unos minutos a solas, como ir a por agua o al baño. Este tiempo para calmarnos también nos ayudará a evitar el último elemento y el más improductivo de todos de esta estrategia inefectiva.3. Porque deshacer y rehacer la situación es mejor que el castigo
Los padres muchas veces asumimos que castigando a un niño estamos ayudándole a construir su consciencia. Pero eso no es verdad. En muchos casos los castigos duros, como pegar, simplemente animan al niño a hacer las cosas a escondidas para que no le pillen la próxima vez, e incluso pueden hasta hacerles dudar de nuestro afecto por ellos. Es mucho mejor imponer consecuencias apropiadas a la ofensa y que respetan al niño. De forma ideal, la consecuencia que pongamos para un mal comportamiento en particular contendrá en deshacer o rehacer la situación. La consecuencia de tirar la leche, por ejemplo, será que la limpie (deshacer) y se sirva otro vaso (rehacer). No es necesario gritar o echar la culpa, ni castigar de forma dura (como dejarle sin leche). Si tenemos cuidado y reconocemos los primeros pasos de esta estrategia y los sustituimos por comportamientos correctos, nos encontraremos en un camino distinto que llevará a una relación más armoniosa con nuestros hijos. Tengamos en cuenta que debemos interrumpir para educar, que es necesario calmarse y así evitar el castigo. Estrategias como deshacer y rehacer son más efectivas. ¡Haz la prueba!
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