El juego de la muerte: ¿A qué se enfrentan nuestros hijos?
Los retos que se viralizan en Internet consisten en realizar alguna acción frente a una cámara y luego “nominar” a otras personas para que también las realicen. El juego de la muerte es el último caso detectado en España que triunfa entre los jóvenes. Consiste en asfixiar a otra persona hasta que esta cae inconsciente. Los menores lo graban para luego difundirlo por WhatsApp y redes sociales. Las consecuencias son tan graves como lesiones neurológicas, alucinaciones e incluso fallecimiento. Este es un claro ejemplo de cómo un reto ha llevado a unos adolescentes a una situación límite. Estados Unidos es el país donde la práctica es más común, al menos 82 jóvenes fallecieron por esta causa entre 1995 y 2007. Ahora está tomando trascendencia en España, ya que esta misma semana ha habido otros dos casos en Granada.
¿Por qué son tan atractivos para los adolescentes?
Los retos o desafíos son parte del desarrollo normativo de los menores. Por ejemplo, apostar por quién llega más rápido a la otra punta del patio. Son formas sanas y muy frecuentes en las que nuestros hijos se relacionan con sus iguales, pero entonces, ¿cómo pasan al extremo? La respuesta está en la capacidad de autorregulación. El cerebro de los adolescentes no está completamente desarrollado, lo que, en muchas ocasiones, los lleva a actuar con impulsividad y sin tener en cuenta todas las consecuencias de sus conductas, dejándose llevar únicamente por la dictadura del like.Cómo evitar que nuestros hijos corran riesgos con los retos virales
- Reforzar su identidad. Los likes se están convirtiendo en un modo de potenciar la autoestima. Destacar las habilidades de nuestros hijos y hacerles ver lo buenos que son en ciertas cosas mejora su autoconcepto y disminuye la necesidad de buscar los 'me gusta' a modo de píldora para sentirse más valorados.
- Evitar el fenómeno de la habituación. No porque veamos algo en todas partes es lo normal. Enseñarle a distinguir lo que es divertido de lo que es peligroso.
- Hablar en lugar de prohibir. Lo primero que nos sale cuando escuchamos noticias que nos hacen preocuparnos por su vida, es empezar a prohibir cosas: “No vayas sola a tal sitio”, “no te juntes con estos” o “no te dejo usar el móvil”. Pero la realidad es que la prohibición solo va a generar que nuestros hijos no nos cuenten qué hacen e incluso nos mientan.

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