Rabietas, enfados, pataletas; hay muchas formas de referirse a estos arranques que los niños tienen de vez en cuando, sobre todo si no pueden disponer de inmediato de algo que están pidiendo. Y la realidad es que, a menudo,
ni padres ni madres saben cómo reaccionar ante estas conductas: algunos se angustian, otros se estresan mucho y se desesperan. Para controlarlas con éxito,
te dejamos una guía para berrinches creada por especialistas, así podrás manejarlos
de manera inteligente sin que tu hijo se sienta invalidado.
Guía para berrinches, paso a paso
Seguro que más de un padre primerizo ha hecho alguna vez una búsqueda en Internet poniendo algo parecido a “cómo manejar una rabieta”. Y, lo más probable es que haya tantos resultados que elegir uno adecuado haya resultado abrumador. ¿Qué hacer?
The New York Times recopiló hace unos años en un artículo los
consejos de varios psicólogos infantiles y otros profesionales, con los que creó una práctica guía para berrinches. En ella recomendaban las siguientes pautas básicas:
- El primer paso es comprender que, aunque tu hijo sea la persona más tranquila del mundo, las pataletas infantiles son algo muy normal.
- Lo siguiente es verificar si se siente bien y seguro. Si se produce en un lugar público, es fundamental ir un sitio menos concurrido a hablar.
- Trata de mantener la calma; no parece sencillo, pero es muy importante que el niño perciba que estás tranquilo.
- Procura reconocer cuál fue el detonante: ¿fue haberle dicho que no a algo? ¿Fue porque vio a otro niño actuando igual?
- Revisa las herramientas que tienes a mano para solucionar la situación.
- Evita reproches.
- Planifica (dentro de lo posible) una fórmula para que no se desencadene una reacción tan intensa con asiduidad.
Por qué se desencadenan las rabietas
Lo primero que tenemos que entender, según el psicólogo Michael Potegal, es que es muy normal que un niño tenga rabietas. Según un estudio de la Asociación Nacional de Psicólogos Escolares de Estados Unidos, se producen con mayor frecuencia entre los 12 y los 15 meses, se
incrementan entre los 18 y los 36 meses, y continúan hasta bien entrados los 4 años. Y
esto ocurre más que nada porque los niños aún están desarrollando sus habilidades motoras y lingüísticas, y al no hacer las cosas bien (según su propia percepción) o al encontrar complicado hacerse entender, se sienten muy frustrados y lo expresan así, con una pataleta.
Cómo proceder, según la guía para berrinches
1. Asegúrate de que tu hijo esté protegido y llévalo a un lugar aparte
Este punto parece obvio, pero si tu hijo o hija está en un lugar en el que se puede hacer daño, o sí mismo o a otros (tiendas, restaurantes, parques con muchos niños),
lo mejor es que alejarlo y llevarlo a otro lugar para hablar. La psicóloga infantil
Ellen Braaten especifica que, si el niño está cansado o asustado, debemos tratar de hacer el traslado de forma racional y no de manera muy emocional, es decir, sin agresividad o sin asustarlo más.
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Trata de llevar al niño, con tranquilidad, a un lugar aparte | Fuente: Canva[/caption]
2. Procura estar calmado
Schrag Hershberg, psicóloga clínica y autora del libro
The tantrum survival guide, explica que "el padre o la madre debe ser el termostato de la situación, no el termómetro". Es decir, hay que controlar la temperatura. En este caso, tu labor es mantener la situación en calma mientras tratas de transmitirle tranquilidad a tu hijo. Aunque lo que haya pasado no sea tu responsabilidad, sí lo es mantener la situación controlada.
3. Reconoce el detonante
Los berrinches son una forma de expresión, nos recuerda Ellen Braaten. Cuando se manifiestan, lo que en realidad ocurre es que el niño está tratando de hacerte saber algo. Quizá esté cansado, molesto o hambriento, entre otras cosas. Si el detonante es haberle dicho que no a algo que pide o a alguna actividad que lo pone en peligro, trata de explicarle con serenidad por qué no puede hacerlo.
4. Consulta tus herramientas
Cada rabieta es distinta, por eso los especialistas consideran recomendable tener una serie de recursos en los que puedas apoyarte, como abrazar a tu hijo. No se trata de apretarlo o limitarle el movimiento, sino de hacerle saber que lo quieres y que estás ahí para escucharlo.
5. Distráelo
Esto puede abarcar desde darle otro juguete distinto al que está pidiendo, hasta llevarlo a otra habitación para que se sosiegue.
Esta respuesta es mucho más recomendable para los niños más pequeños.
6. Escoge actividades relajantes
Hacer una actividad que calme al menor y al adulto: si el niño es más mayor, podéis hacer algún ejercicio de respiración, o una cuenta regresiva.
7. Ignora el berrinche: que no es lo mismo a ignorar a tu hijo
Vasco Lópes, profesor de psicología clínica del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, señala que "en lugar de responder al porqué de su berrinche, enfócate en otro aspecto. Por ejemplo, si quiere usar su camisa favorita y no puede (está sucia o lejos de tu alcance), dile que le vas a ayudar a ponerse sus zapatos".
Ignorar la rabieta tendrá mejor efecto con los niños más mayores, ya que te permitirá enfocarte también en los aspectos positivos: si volvemos al ejemplo de la ropa y los zapatos, cuando tu hijo deje de patalear felicítalo, se sentirá mejor.
8. Ofrécele un descanso a solas
Esto no es sinónimo de un castigo, se trata de decirle que lo dejarás a solas un momento mientras se calma y que cuando esté listo, lo estarás esperando para hablar.
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Dejar que se queden un rato a solas, uno de los recursos | Fuente: Canva[/caption]
9. Evita los reproches
El profesor Lópes recomienda que "después de que el momento de tensión termine,
pasa página. No menciones de nuevo lo que ha pasado ni le recrimines, es probable que él mismo olvide lo que pasó o que lo entienda. Si el niño es más mayor, quizá se sienta avergonzado. Si la necesidad de conversar es muy urgente, hazlo cuando tu hijo se haya calmado por completo".
10. Crea un plan para que no se repitan
Completamos la guía para berrinches con este consejo del Dr. Potegal:
si reconoces los detonantes, ya sabes cómo y cuándo se producirán. La fatiga o el hambre pueden ser los primeros que debemos tener en cuenta, y como a los niños les resulta complicado manejar sus sentimientos cuando experimentan alguna de estas dos circunstancias, lo manifiestan de esta forma un tanto explosiva. Prevé la situación llevando encima algún tentempié que le puedas dar cuando tenga hambre, o haz que se eche una siesta o se vaya a dormir por la noche a su hora.
Aunque las rabietas son comunes,
cuando son muy extremos, pueden indicar algún tipo de problema que necesite de un especialista. A veces se deben a desórdenes internos, como ansiedad o hiperactividad, por lo que, si observas signos de algún trastorno de este tipo, no dudes en pedir ayuda.
Prueba
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