Tipos de emociones de los niños
Las emociones son impulsos que nos llevan a actuar. Son la expresión de una reacción automática y si lo traducimos del latín, su significado es “movimiento hacia”, es decir, en cada una de ellas hay implícita una tendencia a actuar. Pero no todas nos predisponen a la misma acción. Cada una de ellas influye en el cuerpo con un tipo diferente de respuesta:La ira
Una de las emociones de los niños más básicas. Aumentan el ritmo cardíaco y el flujo sanguíneo en los miembros superiores haciendo que sea más fácil golpear a un enemigo. También aumenta la tasa de hormonas, concretamente la adrenalina que genera la cantidad de energía necesaria para llevar a cabo acciones que requieran de fuerza física extra.El miedo
La sangre disminuye en la cara, lo que explica ese color pálido y esa sensación de frío que se tiene en una situación que nos produce temor. La circulación sanguínea fluye hacia las piernas favoreciendo así la huida. En ocasiones, por el contrario, la circunstancia provoca la paralización del sistema nervioso por el bloqueo.El amor
La ternura y la satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático provocando un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia.La tristeza
Nos ayuda a asimilar una pérdida irreparable. Provoca la disminución de la energía y del entusiasmo por las actividades diarias, especialmente las que disfrutamos y, cuanto más se profundiza en ella y se acerca a la depresión, más se desacelera el metabolismo corporal. Esta es la manera en la que el cuerpo nos ayuda a estar con nosotros mismos, a llorar, a sopesar las posibles consecuencias y planificar, cuando la fuerza vuelve, un nuevo comienzo. Otra de las emociones de los niños más básicas.
La importancia de las emociones
Estas predisposiciones a la acción son biológicas, pero son modeladas posteriormente por nuestras experiencias y por el entorno sociocultural en el que nos ha tocado vivir. La pérdida de un ser querido por ejemplo provoca universalmente tristeza, pero la forma en que expresamos esa aflicción (el tipo de emociones que expresamos y las que guardamos para nuestra intimidad) es moldeada por nuestra cultura. Es ahí donde los padres aparecemos y tenemos el importante papel de guiar a nuestros hijos en este tipo de experiencias. Las emociones de los niños son importantes para el ejercicio de la razón. Guían nuestras decisiones a diario, trabajando conjuntamente con nuestra parte más racional y ayudando a veces e impidiendo otras a que el pensamiento funcione. Y a la vez desempeña un papel fundamental en nuestros sentimientos, pues nos ayuda a identificarlas, analizarlas y a mantenerlas “a raya” en la intensidad adecuada en distintas situaciones. Por tanto, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional, y nuestro funcionamiento en la vida está determinado por ambas. En estos últimos años por fin se le está dando a la inteligencia emocional el sitio que merece porque como hemos visto, es fundamental desarrollar “la habilidad para controlar los sentimientos de uno mismo y de otros, discriminar entre ellos y usar esta información para guiar las acciones y el pensamiento de uno” (Peter Salovey y John D. Mayer, 1990). El objetivo de todo trabajo de educación de las emociones de los niños es que la cabeza llegue a trabajar codo con codo con el corazón. Los padres tenemos que apostar por ello. “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo” Aristóteles, Ética a Nicómano.Nuria Llorente Sáez Psicóloga y pedagoga www.unopsicologia.es
