1. Constancia
Carolina Marín se adentró en el mundo del bádminton de una manera casual. Lo hizo muy pronto, a los 8 años, tras acompañar a una compañera de su colegio a un entrenamiento. Desde entonces, esta disciplina desconocida, al menos de cerca, para un amplio sector de la población se convirtió en su forma de vida. Así lo ha declarado ella misma, igual que ha reconocido que en ese momento se enamoró de esta variante del tenis que se originó en la India y fue traída a Europa por oficiales británicos a finales del siglo XIX. A partir del mencionado momento, para fortuna de todos, esta atleta modélica que apuntaba maneras en el baile flamenco decidió dar un giro a su vida y, sin saberlo, a la de millones de aficionados al deporte. Su inalterable constancia pronto la convirtió en una de las figuras en alza dentro de la modalidad y fue tomando forma, desde una corta edad, a base de títulos. [caption id="attachment_237163" align="aligncenter" width="1200"]
2. Trabajo y sacrificio
Siendo todavía una adolescente, abandonó Huelva para comenzar a entrenar en el Centro Nacional de Madrid. Se instaló en La Residencia Joaquín Blume, que ofrece alojamiento a competidores de alto nivel y les ayuda a seguir mejorado en sus respectivas disciplinas. Precisamente allí es donde entró en contacto con Fernando Rivas, su futuro entrenador y artífice, en parte, de los numerosos éxitos que estaban por llegar. A pesar de que solo con 13 años ganó su primer campeonato nacional, quedaba por delante una elevada inversión en trabajo y sacrificio. No en vano, esas dos palabras son clave para la propia Carolina Marín a la hora de justificar su laureada trayectoria. Como sentencia en sus redes sociales, "siempre he creído que el mejor método para alcanzar metas es creer en mí misma a base de trabajo y sacrificio. Por eso mi lema es: 'puedo, porque pienso que puedo'".3. Inconformismo
Tras dominar las competiciones en categorías inferiores, cuando se convirtió en profesional continuó acumulando victorias. Hasta proclamarse, en 2014, campeona de Europa y del Mundo y convertirse, en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016, en la primera jugadora española de bádminton en colgarse una medalla de oro. En un deporte dominado tradicionalmente por las deportistas asiáticas, Carolina Marín pronto consiguió alzarse con dos títulos mundiales más y situarse oficialmente como la mejor competidora del planeta. A ello hay que sumar un total de siete a nivel continental, que demuestran un inquebrantable inconformismo que siempre le lleva a aspirar a la siguiente meta.4. Resiliencia
La última grave lesión que sufrió recientemente en los Juegos Olímpicos de París no fue la primera de su carrera. En 2019, mientras disputaba la final del Masters de Indonesia, el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha se rompió. Tuvo que afrontar ocho meses de recuperación y, tras completarlos, regresó de la mejor manera posible. Ganando un prestigioso título como es el Abierto de China. [caption id="attachment_237164" align="aligncenter" width="1200"]
5. Deportividad
Pese al duro imprevisto y las intensas molestias que sentía en ese instante, Carolina Marín mostró la intachable actitud de deportividad que siempre le ha caracterizado. No dudó en animar a su rival, la china He Bingjiao, con vistas a la siguiente contienda. Un gesto que la asiática correspondió con un emotivo homenaje cuando subió al podio posteriormente. Allí posó con una insignia de la delegación española como muestra de solidaridad ante el infortunio. Y es que, cuando proyectas buenas energías hacia los demás, estas penetran en ellos y no tardan en regresar a ti.
Prueba
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