La difusión de contenidos mostrando autolesiones en redes sociales es un fenómeno más frecuente de lo que podríamos pensar. La vulnerabilidad emocional de los niños representa un terreno fértil para la normalización de tales conductas, por lo que se antoja imprescindible la detección prematura de la existencia del problema. Posteriormente, los padres debemos saber de qué manera afrontar el suceso, apoyándonos
en la ayuda de profesionales si es preciso.
En qué consiste esta práctica
Es importante diferenciar, en primer lugar, entre los
comportamientos potencialmente suicidas y aquellos que solo persiguen la creación de un daño físico sin intención de morir. Esta segunda categoría suele incluir
daños como cortes, quemaduras o golpes en diferentes partes del organismo. Entre los utensilios empleados predominan las cuchillas y otros objetos afilados, las agujas y los mecheros.
Qué tipo de menores cae en esta conducta
Publicada por la Universidad Juan Carlos I,
la guía 'Abre los ojos ante las autolesiones en redes sociales' nos aproxima a esta realidad y nos prepara en caso de que, en un momento u otro, afecte a nuestros hijos. Los especialistas que la han elaborado advierten que se trata de un hecho que puede empezar a darse desde los 11 años, aproximadamente.
No obstante, el tramo de edad más proclive a estas conductas
se sitúa entre los 14 y los 17 años. El perfil de los afectados es indeterminado y no se corresponde con un género, origen, cultura o clase social concretos. Además, cada individuo desarrolla hábitos específicos, que pueden ser muy diferentes de los adoptados por otros.
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Los niños pueden llegar a normalizar las autolesiones en redes sociales | Fuente: Canva[/caption]
Cuáles son las causas que los empujan a autolesionarse
Las motivaciones para autolesionarse también pueden ser diversas, aunque siempre surgen
a partir de desajustes emocionales graves que el menor no sabe gestionar. Su origen puede residir, entre otras posibilidades, en el entorno familiar, el social, el académico o el personal. Las principales causas que desencadenan estos escenarios son las siguientes:
1. Autorregulación emocional
El objetivo es
sofocar el dolor provocado por sentimientos negativos, como la ansiedad, la angustia, el estrés, la tristeza o las tendencias autodestructivas. También puede partir
de conflictos sociales con otros semejantes.
2. Vía de escape
Al carecer de herramientas válidas para regular sus emociones, hay niños que recurren a esta vía de escape
cuando se sienten solos, enfadados, tristes o abrumados. El dolor actúa como un liberador de esa situación, que normalmente se produce por la sensación de soledad o la ansiedad social derivadas del tránsito de la infancia a la vida adulta
3. Alivio y tranquilidad
Para escapar de otros problemas de distinta índole, hay menores que utilizan el daño a sí mismos
con el fin de obtener consuelo, alivio y tranquilidad.
4. Control
Otros, ante su obcecación y la preocupación de no controlar su malestar, emplean las autolesiones
para creer que poseen el dominio de algún ámbito de su existencia.
5. Autocastigo
Cuando existen una sensación de vacío mental, algunos niños pueden percibir estos comportamientos
como un método de autocastigo por el que deben pasar merecidamente.
6. Búsqueda de identidad
Durante la adolescencia, existe una tendencia a explorar en busca de una identidad que todavía no está formada. Consumir contenidos de autolesiones en redes sociales puede ser el origen de que un menor
termine interpretando tales escenas como algo deseable.
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Muchas veces, la ayuda profesional es necesaria para alcanzar una solución | Fuente: Canva[/caption]
Cómo detectar el problema
Quienes adoptan estos hábitos, normalmente, aprenden pronto a ocultar las señales que puedan evidenciarlos. Que lo hagan no quiere decir que no sepan que se trata de actos reprobables y mal vistos a nivel social. Por eso mismo, su detección no suele ser sencilla, si bien
existen diferentes indicios que podrían indicar la existencia del problema.
1. Marcas en el cuerpo
Las autolesiones dejan cicatrices, temporales o perpetuas, fruto de los cortes, las quemaduras y otras lesiones provocadas en diversas partes del cuerpo. Normalmente suelen coincidir con las extremidades superiores, las inferiores o el abdomen.
2. Cambios de conducta
Los repentinos vuelcos en la conducta de un menor también pueden ser una señal del acontecimiento. Por lo general, se evidencian
en bajones bruscos del estado de ánimo o en el aislamiento de su entorno familiar y social.
3. Decaimiento emocional
Si observamos que, de forma continuada, nuestros hijos exteriorizan síntomas
de abatimiento, inseguridad y tendencia a la soledad, no debemos pasarlo por alto. Pueden estar indicando la existencia de este u otros problemas.
4. Ocultamiento de ciertas partes del cuerpo
Como os comentábamos antes, es frecuente que exista la
intención de ocultar las marcas provocadas por las autolesiones con prendas o complementos. Taparse en exceso en épocas calurosas o utilizar numerosos abalorios podría estar relacionado con el interés por invisibilizar los daños.
Qué debemos hacer si nuestros hijos lo sufren
En el supuesto de que descubramos un caso de autolesiones infantiles en nuestro seno familiar, resulta esencial, en primer lugar, que nos lo tomemos muy en serio. No se trata de actos superfluos para llamar la atención, sino de llamadas de ayuda ante algún desajuste emocional. La principal misión de los padres es la de
abrirse a la comunicación, especialmente fomentando la expresión de los sentimientos por parte de los niños.
Sin embargo, en muchas ocasiones,
la intervención profesional se convierte en parte imprescindible del proceso de recuperación. Ahí ha de entrar en escena la labor inicial de los pediatras, hasta los 14 años, y los médicos de cabecera durante edades posteriores. En caso de ser necesario, derivarán el tratamiento a expertos en salud mental capacitados para atender este tipo de afecciones.
Prueba
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