Buena salud pero dieta deficiente
En el primer caso, es aconsejable no subestimar que, aunque el niño no presente ninguna señal, no tengamos que preocuparnos por mejorar su alimentación. Lo ideal en este caso sería enseñar al menor la importancia de comer sano y equilibrado, fomentando el consumo de diferentes grupos de alimentos y enseñándoles a aceptar y reconocer las diferentes texturas, olores y sabores que puede ofrecernos cada uno, fundamental para la correcta adquisición de hábitos. Pero en este camino podemos encontrarnos varios inconvenientes:- Puede resultar complejo explicarle los beneficios que puede suponer para su vida el consumo de vegetales, productos integrales y la reducción de grasas y azúcares.
- Son los niños, precisamente, los que más expuestos están a un constante aprendizaje en torno a la alimentación, y por eso pueden manifestar un rechazo ante la imposición de tomar alimentos que los adultos consideran sanos o recomendados. De este modo, puede calificar como negativa la incorporación de ese plato a su rutina alimentaria por el hecho de no entender, a su corta edad, el beneficio que puede producirle en su salud.
- Para muchas familias, también, podría suponer todo un reto reconocer qué productos son más adecuados o de qué manera elaborar las verduras para hacerlas atractivas a los niños, por ejemplo.
En caso de que haya un exceso de peso
En el caso de que nuestro niño ya presenté un exceso de peso o que sospechemos de ello, debemos acudir al pediatra o al nutricionista, que será la persona que confirme este hecho mediante las tablas de percentil de peso para cada edad y sexo. En este caso, hablaríamos de la necesidad de un tratamiento dietético para el pequeño. En esta situación un Dietista-Nutricionista es el encargado de mejorar esta situación. El primer paso de este tratamiento personalizado se basa en realizar una evaluación de la situación general, tanto del niño como de la familia, conocer el punto de partida desde el que se va a empezar a trabajar y elaborar un plan de trabajo en el que el fin último sea la salud del menor. Al principio, puede ser útil establecer una dieta pautada, que debería ser acordada según los gustos del niño, así como las necesidades de la familia, que será la encargada de hacer que se lleve a cabo. Junto con esta dieta, se debe trabajar el concepto de la educación alimentaria, es decir, enseñar a comer de forma sana, fomentando los hábitos saludables en el hogar. En función de la edad el menor, se le puede ir involucrando en este aprendizaje. Centrándonos en los aspectos puramente nutricionales, y a modo general, podemos decir que hay cuatro pilares que siempre debemos de tener en cuenta en los tratamientos dietéticos en niños:- Es conveniente que todas nuestras comidas tengan una base vegetal de verduras u hortalizas. La variedad existente de vegetales y la diversidad propia de cada especie nos ofrece una gama de minerales, vitaminas y otros compuestos bioactivos que enriquecerán nuestras comidas.
- Una pequeña parte de elementos proteicos: carnes, pescados, huevos, lácteos, legumbres y frutos secos.
- Una guarnición de alimentos procedentes de granos integrales o féculas: pasta, arroz, pan, derivados cereales o patata.
- Fruta. La fomentaremos en postres y meriendas, tanto en su versión cruda como en platos más elaborados.
Lydia Serrano Coordinadora en Madrid de Cómocomo School Comocomoschool.com