1. Despiértale con mucho amor y buen humor
Seguro que ya sabes que el buen humor es básico, y que ya despiertas a tus hijos con palabras bonitas, susurros, besos y mucha tranquilidad. Bien. Pero, ¿qué pasa si no funciona? Piensa que es posible que necesiten más tiempo para desperezarse y acurrurcarse contigo, levántale 10 minutos antes para que las prisas no invadan el que podría ser uno de los momentos más bonitos -y estratégicos- del día. Si despierta con el morrillo torcido ármate de paciencia y ten preparada una estrategia previamente porque enfadarse no es lo adecuado (a nadie le gusta despertar recibiendo órdenes directas). Si es pequeño, elige una canción, un juego o algún plan del día que sepas que llamará su atención para que actúe de resorte. Si es más mayor, no olvides darle su tiempo, sonríe siempre y regálale unas palabras cariñosas sin esperar respuesta.2. Descubre cada día el camino al cole
De nuevo el tiempo juega en nuestra contra, pero piensa que madrugar nunca tuvo tanto sentido. El camino al cole debería ser una pequeña aventura, un enigma por descubrir cada día. Destierra las prisas. Sal antes, todo lo que puedas, para que pasear con tranquilidad o atascarse en la carretera se transforme en una oportunidad de reír, bromear, escuchar música, coger flores o mirar pájaros. En este sentido, déjales a ellos elegir lo que haréis. Explora cada detalle que quiera tu hijo, él elige (dentro de un orden, claro) y tú le sigues con un ojo en el reloj, sin que se te note. Olvida el móvil y usa tu imaginación: si llueve, llévale botas de agua para que salte en los charcos, si es otoño recoge hojas, si es primavera recoge flores, si puedes alterna bici y patín… y así cada día. Si estos paseos se pueden convertir en un proyecto conjunto la experiencia será redonda. Por ejemplo, podéis hacer entre todos un cuaderno de campo después de recoger hojas, flores o mirar todos los pájaros que os encontráis cada día. Es cuestión de dejar trabajar a vuestra imaginación al unísono.3. Salir del colegio es una fiesta, celébralo con él
De nuevo abandona las prisas, el móvil y los quehaceres. Déjate llevar por el momento y muéstrale que te gusta pasar tiempo a su lado. Sí, las extraescolares están ahí pero, si el horario os lo permite, podéis disfrutar de la merienda al aire ibre y en un lugar diferente cada día, o mejor, descubrid un lugar y hacedlo vuestro. Si no tiene ganas de hablar, no lo fuerces; y si te cuenta lo que ha pasado durante su día, practica la escucha activa, éste es el momento. Mírale a los ojos cuando hable y evita las órdenes y los reproches. Es el momento de escuchar, reír, felicitar, de bromear con las anécdotas sobre compañeros y profesores o de liberar estrés con cosquillas, carreras y abrazos. Aprovecha su ímpetu y sus ganas de inventar lo imposible para que se os ocurran siempre cosas divertidas que hacer. Su espontaneidad es el mejor antídoto contra tu cansancio y contra el aburrimiento.No dejes pasar el día sin haber disfrutado de cada pequeño momento con tus hijos
4. Practica las tres Cs: compartir, conversar y cenar
Este es un momento del que no debería escaparse nadie; al menos regularmente. No importa tanto que los niños cenen como el compartir la mesa junto a toda la familia. Si creas un buen ambiente cenarán, ya lo verás. El objetivo es resumir el día de cada miembro de la familia, dialogar sobre las peculiaridades de la jornada y convertir esto en una costumbre; que cada uno exprese con tranquilidad cómo se encuentra. No todo tiene que ser bueno pero sí sincero. La cena puede servir para elegir la peli del viernes, urdir juntos el plan de mañana o del fin de semana, confesar secretos o felicitar por los aciertos que han tenido grandes y pequeños.5. Colorín, colorado, el día se acaba contigo a mi lado
El cuento es esencial para muchas cosas y todas son beneficiosas. Una es la posibilidad de gestionar problemas o cuestiones no resueltas que presentan dificultad para el niño. A veces, un cuento que hable de ello e ilustre cómo afrontar una situación concreta puede ser de muchísima ayuda para ellos. Además leer relaja paulatinamente, preparando para el sueño al niño más inquieto. Es básico que no vayamos directamente al grano; leer ayuda a razonar, a imaginar, a desarollar su lenguaje y a usar su memoria. Son muchos beneficios para centrarnos en el sueño únicamente. Déjales preguntar, dudar, opinar, disfruta de las conversaciones que surjan entre vosotros porque son absolutamente preciosas y las vas a echar de menos. ¡Ah! Si los abrazos y los besos salpican este momento, mucho mejor.
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