Como cada año, la demanda de plazas de
campamentos estivales experimenta un colapso desde primavera, lo que genera verdadera preocupación en términos de conciliación y supone un reto para las familias a menos de un mes del comienzo del verano.
Miles de padres deciden cada año inscribir a sus hijos en campamentos de pernocta o urbanos. Se trata, por tanto, de
un recurso vacacional y de conciliación esencial, totalmente consolidado en el contexto social, y que asume un volumen de más de tres millones de participantes anuales.
En las fechas en la que estamos,
las plazas libres de campamentos de verano suelen ser ya “objetos preciados”, pero, cada año, los profesionales que prestan estos servicios hacen lo imposible para ampliar plazas y reducir listas de espera, siempre garantizando el cumplimiento tanto de las normativas como de la seguridad física y emocional de sus participantes.
Según explica
Covadonga Berjón, portavoz de prensa de
ANEACAMP (la Asociación Nacional de Empresas de Actividades y Campamentos), a quien hemos tenido el placer de
entrevistar en otras ocasiones: “frente al actual paradigma de ocio digital para jóvenes, trabajamos activamente en el reconocimiento del sector como alternativa lúdico educativa relacionada con el deporte, la creatividad y la convivencia. En definitiva, en la
puesta en valor de nuestros servicios como recurso de protección de la infancia y apostando por la inclusión efectiva de todos los niños y jóvenes en las actividades al aire libre.”
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Fuente: ANEACAMP[/caption]
Desde la asociación, comparten su preocupación por
los riesgos que afectan a la juventud, relacionados con la hiperdigitalización, el
bullying y el ciberbullying, la adicción a las
redes sociales y las consecuencias de todo ello sobre su desarrollo y bienestar emocional, social, físico e intelectual. A propósito de esta inquietud, ponen en valor la necesidad de potenciar el ocio y el tiempo libre como herramienta complementaria para el desarrollo de la infancia y la juventud más allá de las aulas y el curso escolar, coincidiendo en su eficacia como recurso ante problemas de salud mental entre menores.
Como se ha venido demostrando en los últimos años y desde distintos ámbitos educativos y científicos (psicología, pediatría…)
los programas de ocio, tiempo libre y las actividades en la naturaleza suponen una infinita fuente de beneficios a la infancia y juventud. Los campamentos como experiencias únicas de convivencia, autonomía y diversión.
Aún estamos a tiempo de inscribir a nuestros hijos e hijas de todas las edades en una experiencia vacacional absolutamente única, segura e inolvidable.
Prueba
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