Balmaseda no es solo un nombre destacado en el mapa de Vizcaya: es la villa más antigua del territorio histórico, un lugar donde pasado y presente conviven entre calles empedradas, casas de piedra, puentes centenarios y un entorno natural impresionante. Fundada en el año 1199, ha sabido conservar su
esencia medieval mientras se adapta al ritmo de los nuevos tiempos, atrayendo a viajeros que buscan autenticidad, cultura y naturaleza.
Un casco histórico que te transporta al pasado
Pasear por el casco histórico de Balmaseda es hacer un viaje en el tiempo. El Puente Viejo o Puente de la Muza, símbolo indiscutible de la villa, recibe al visitante con su
arco medieval sobre el río Cadagua, recordando la importancia comercial y defensiva que tuvo la localidad en siglos pasados. Las calles del centro, llenas de edificios con fachadas de piedra y madera, albergan joyas como la Iglesia de San Severino, de estilo gótico, o la Iglesia de San Juan, que mezcla elementos románicos y barrocos.
Otro rincón imprescindible es el
Palacio Horcasitas, uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil del siglo XVII, así como el antiguo
Convento de Santa Clara, convertido hoy en centro cultural. Cada rincón del casco invita a descubrir detalles que narran la historia de una villa que fue cruce de caminos y un importante enclave estratégico.
Tradiciones y fiestas de Balmaseda
Balmaseda no solo destaca por su patrimonio arquitectónico, sino también por su rica tradición festiva y cultural. Una de las celebraciones más conocidas es su
Vía Crucis Viviente, que cada Semana Santa transforma las calles en escenario teatral, con vecinos representando de forma emocionante los últimos días de Cristo. Es una de las representaciones más famosas de todo el País Vasco, declarada
Fiesta de Interés Turístico.
Además, durante el año se celebran otras fiestas locales, como las de San Severino, patrón del pueblo, o las Jornadas Medievales, donde la villa se viste de época y revive su pasado con mercados, talleres y espectáculos para toda la familia.
Naturaleza y rutas por los alrededores de Balmaseda
El entorno natural que rodea Balmaseda es perfecto para los amantes del senderismo, el cicloturismo y los paseos al aire libre. La villa se encuentra encajada entre montañas y ríos, ofreciendo rutas como la subida al
Monte Kolitza, una de las cumbres más icónicas de Las Encartaciones, desde donde se disfruta de unas vistas espectaculares del valle. También es posible recorrer antiguos caminos mineros, explorar bosques de robles y encinas, o descubrir pequeñas ermitas escondidas entre la vegetación.
La cercanía a otros pueblos con encanto convierte a Balmaseda en un excelente punto de partida para explorar esta comarca, rica en patrimonio natural e histórico.
Gastronomía local
Como buen rincón vasco, Balmaseda es también una parada obligatoria para los amantes del buen comer. En sus bares y restaurantes se pueden degustar especialidades locales como el bacalao a la vizcaína, los pintxos elaborados con productos de temporada, embutidos artesanos, quesos de montaña y, por supuesto, dulces tradicionales como los canutillos rellenos de crema, famosos en la villa.